En el camino del 14 de Agosto
Por Lido Iacomini
Cuando los acontecimientos de la coyuntura se hacen más impactantes es momento de forzar la mirada hacia los plazos más largos, y los contenidos más estructurales, para no quedar enredado en fulgurantes lazos superficiales. La metáfora usual es simplificante pero contundente: “que el árbol no te impida ver el bosque”.
Las relativas o efectivas derrotas electorales experimentadas en la Ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Santa Fe, sumadas al triunfo de difícil lectura de De la Sota en Córdoba, imponen revisar las premisas analíticas con que abordar las primarias del 14 de agosto. Hay un elemento común entre los resultados electorales en Santa Fe y Córdoba: el peso del interior de dichas provincias, es decir los influenciados más directamente por los sectores agrarios, en el batacazo de Del Sel y en el triunfo del gallego De la Sota. Y esto no debiera dejar de tenerse en cuenta en el marco del reagravamiento rápido de la crisis internacional (seguramente tanto o más dura que en el 2008), que determinará un agudo marco recesivo mundial, del que emergerán con poder renovado los “propietarios” de los commodities.
La crisis agravará la contradicción, ya de larga y tortuosa trayectoria en la Argentina, entre el proyecto del país industrial y la visión de los terratenientes de viejo y de nuevo cuño. Las falsas banderas “federales”, que aún suelen encubrir a los defensores de dominios feudales, ahora son reavivadas por sojeros y grandes propietarios agrarios del interior, que encuentran en “peronistas” cavallistas candidatos para representar políticamente nuevas alianzas de clases, que se perfilan al amparo de las viejas recetas fondomonetaristas. El “cordobesismo” recién fundado por De la Sota es de imposible inscripción en el latinoamericanismo que aspira a blindar la integración productiva en la UNASUR.
Nuestro federalismo, el verdadero y único de signo nacional y popular, nació en defensa de las incipientes actividades industriales de nuestro interior, de comienzos y mediados del siglo XIX, amenazadas por la alianza de la burguesía comercial portuaria y el imperialismo de la época. Y en su historia debió enfrentarse a la vieja oligarquía agropecuaria, cuyos sucesores y descendientes dicen que ya no existe, pero de la que dan cuenta las más abultadas cuentas bancarias. Acá y en los paraísos fiscales.
También es de imposible inscripción en el kirchnerismo, surgido del peronismo del siglo XXI, esa suerte de malformación ajena al movimiento obrero que es el llamado “peronismo reutemista” o “delasotista”, que claramente se pronunció, cuando la 125, por un proyecto de país de minorías en alianza con el traidor Cobos. La continuidad, sin desenlace a la vista, de la crisis de la hegemonía norteamericana en el sistema imperialista mundial, exacerbará aún más estas contradicciones políticas en el escenario nacional.
Se le suma, complejizándola, la llamada crisis de representación de nuestros partidos políticos. En pocos meses se cumplirán 10 años de aquellas jornadas del 19 y 20 de Diciembre del 2001 y de aquel famoso eslogan “que se vayan todos”, del que lo menos que podemos decir es que sirvió para mostrar el vaciamiento abismal de los partidos políticos, al que habían conducido las traiciones del menemismo, el delarruismo y todos sus socios menores.
Está claro que el peronismo, la principal fuerza del movimiento nacional y popular no estaba al margen de la decadencia y la traición. Menem fue capaz de completar lo que la dictadura militar y Martínez de Hoz no se atrevieron a realizar. Hizo falta tocar fondo, dos años de insurgencia popular y que apareciera Néstor Kirchner para empezar a “salir del infierno”, para que comenzara una relativamente rápida reconstrucción nacional, con la revalorización de la política en primer lugar. Es imprescindible recordar el impresentable estado de todos los partidos políticos, desde la derecha a la izquierda, para comprender el estado de labilidad que aún hoy ofrecen sus conformaciones.
Nadie que actúe con sinceridad, asumiendo ese pasado, puede negar que si el peronismo revivió, en eso el kirchnerismo fue decisivo. En el imaginario colectivo, en el prestigio popular y finalmente, con todo lo discutible que conlleva, en la sobrevida política de muchos de sus cuadros dirigentes. Es desde ese lugar que se hace imposible aceptarles manejar el “peronómetro” para verse como superiormente peronistas frente al kirchnerismo. ¿Es tan difícil imaginar qué quedaría de un peronismo “vaciado” de kirchnerismo?
Los sucesivos intentos de erigir artificiales liderazgos en el radicalismo se han escurrido entre los dedos como arenilla seca. Sin consistencia programática, rifadas las identidades históricas se van desvaneciendo como partidos estructurados, con militancias circunstanciales que van disminuyendo a medida que crecen las oficinas mediáticas con expertos en imagen. Si un millonario autofabricado político, como De Narváez, es un injerto extraño en el peronismo de la Pcia. de Bs. As., resulta una malformación genética unido a Ricardo Alfonsín en la producción del marketing electoral.
Al ritmo de las construcciones de los grandes medios concentrados y al estilo de modas efímeras pasan los Cobos, los De Narváez, los Del Sel, los Solanas y las Carrió, cada uno en su momento esperanzas blancas, reveladas incapaces de sostener una alianza social alternativa al kirchnerismo y dotarla de un programa viable en la coyuntura nacional e internacional. Por allí no se vislumbra otro modelo posible de país: algunas nostalgias de país que ya no volverá, alguna utopía ultraminoritaria que el pueblo no tolerará.
El 14 de agosto iremos a las urnas en lo que constituye el primer intento, vía reglamentación legal de las primarias, abiertas y obligatorias, de reconfiguración y normalización de esa estructura derruida del sistema de representación política. No parece haberse avanzado mucho. Las candidaturas, en lo sustancial, se cocinaron en otra olla. Pero sin duda hay fuerzas sociales en movimiento y debemos ver hasta qué punto esta etapa logra madurar un desenlace de la llamada crisis de representación política. Seguramente no podrá estar al margen del desenvolvimiento de otras esferas de la crisis ni tampoco de cómo se resuelva la ecuación peronismo-kirchnerismo.
Y aunque todos los medios, todos los analistas, girarán alrededor de los resultados electorales del próximo domingo, yo creo que los acontecimientos determinantes del bienestar o no de nuestras vidas en los años inmediatos se están resolviendo ya en otros escenarios. El 12 de agosto en Buenos Aires importantes funcionarios latinoamericanos adoptarán medidas que comprometen el futuro del UNASUR y sus capacidades para convertir la crisis mundial en una oportunidad histórica para la Patria Grande. De tal magnitud la índole de su responsabilidad: una demostración fáctica de que nuestra patria ya no tiene los límites territoriales de la Argentina. O nos salvamos juntos, abriendo nuevos horizontes a la integración, o la historia barruntará un nuevo fracaso para nuestros pueblos.
Y una demostración más, aún con sus insuficiencias, que el destino político latinoamericanista al que estamos atados y comprometidos, nos estimula a llamar a todos nuestros compatriotas a apoyar de manera contundente la continuidad de Cristina Kirchner y el gobierno que ella encabeza.
Lido Iacomini – Agosto 9 de 2011
Fuente: Correo de amigos
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