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Grecia:

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sacrificio asegurado

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En las elecciones legislativas realizadas ayer en Grecia se impuso como primera minoría (con casi 30 por ciento de los votos) el partido tradicional Nueva Democracia (derecha), el cual se inclina por mantener la aplicación de los draconianos planes de ajuste impuestos por la Unión Europea (UE) como condición para que ese país mediterráneo preserve su pertenencia a la zona euro. Se da por hecho que la formación triunfante y el Partido Socialista Panhelénico (Pasok), también promotor de la austeridad a rajatabla, unirán fuerzas en el parlamento (128 asientos del primero y 33 del segundo) para hacer valer el acuerdo firmado con la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que estipula la adopción de nuevos recortes al gasto social y sacrificios adicionales para la población en general.

Los sectores sociales que resistían las medidas económicas de choque vieron frustrada la esperanza de que Atenas renegociara los acuerdos referidos y adoptara una política económica heterodoxa para salir de la grave crisis en que se encuentra. La formación de izquierda Syriza, que ofrecía transitar por esta segunda vía, quedó en segundo lugar en los comicios, con poco más de 27 por ciento, y con ello pierde cualquier posibilidad de conformar un gobierno de corte soberanista y popular capaz de resistir las exigencias europeas y de los organismos financieros internacionales.

Para los grandes intereses políticos y corporativos mundiales, el resultado electoral griego es una buena noticia, en la medida en que constituyen un espaldarazo a las estrategias económicas que preconizan la liquidación del Estado de bienestar, transfieren los costos de la crisis a las poblaciones y concentran los esfuerzos multinacionales y nacionales en el rescate de las principales concentraciones de capital, como se ha visto con el paquete de protección recientemente adoptado por la Europa comunitaria para los bancos privados españoles. Las cifras de los comicios representaron un motivo de alivio, y hasta de júbilo, en la reunión del Grupo de los 20, en Los Cabos, Baja California Sur.

En cambio, para las mayorías europeas, la imposibilidad de Syriza de obtener una ventaja electoral que le permitiera intentar la formación de un gobierno constituye una señal de desesperanza, por cuanto perdieron la posibilidad política de rechazar el draconiano plan de austeridad prescrito por la UE para Grecia. Adicionalmente, el resultado deja al nuevo presidente francés, François Hollande –el único mandatario europeo que ha planteado la necesidad de enfrentar la recesión no sólo mediante recortes al gasto social, sino también por medio de la reactivación del mercado–, en una circunstancia de aislamiento en el contexto europeo.

No debe soslayarse el papel desempeñado en la elección de ayer en Grecia por el insistente mensaje –convertido en propaganda– acerca de una inminente catástrofe en caso de que Syriza obtuviera un caudal de sufragios que le permitiese formar gobierno y enfrentar las medidas recesivas impuestas a la nación helénica. Las apocalípticas amenazas formuladas por la Unión Europea al electorado griego constituyeron una suerte de chantaje y ayudaron a configurar un inequívoco voto del miedo.

En su mayor parte, la clase político-empresarial de la UE cree que los resultados comiciales en la nación helénica constituyen un factor de estabilidad económica y financiera para el viejo continente. Poco parece importarles que las medidas de devastación social –cuya aplicación parece ahora asegurada– terminarán por generar, más temprano que tarde, una severa inestabilidad social y política en un entorno continental de por sí inflamable.

Fuente: La Jornada, 18.06.12

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Marx y Minsky frente a la crisis

Por Alejandro Nadal

Cuando la economía capitalista entra en crisis no es porque una fuerza externa la golpea. Es porque algo no anda bien internamente. Pero ¿qué podría ser ese malestar endógeno? 

La pregunta no es trivial: el diagnóstico es clave para determinar las medidas para salir de la emergencia. 

Hoy predomina la interpretación de que estamos en una crisis causada por la desregulación del sector financiero, bancario y no bancario. Este debilitamiento de reglas habría generado incentivos perversos a la especulación y la aceptación de riesgos desmedidos. 

Por supuesto, cuando reventó la burbuja especulativa los sectores no financieros también se vieron afectados por el colapso en la demanda agregada. Por eso se han aplicado estímulos fiscales para reactivarla. Pero la narrativa oficial es que los sectores no financieros de la economía (agricultura, industria y servicios) iban bien hasta que pegó el coletazo de una crisis que nace en el sector financiero. 

Eso es erróneo. Los problemas de la economía real están en la raíz de esta crisis y, mientras no sean encarados, la economía mundial seguirá sufriendo tropiezos y un día llegará una verdadera hecatombe. 

En 1992, mientras los economistas oficiales cantaban loas al neoliberalismo, Hyman Minsky elaboraba su teoría sobre la inestabilidad financiera del capitalismo. Según este autor, en épocas de bonanza el optimismo lleva a empresas y familias a sobrestimar el valor de sus activos, a considerar que los buenos tiempos perdurarán y a asumir mayores riesgos. 

Esto sucede en cada ciclo de negocios, pero el proceso culmina en un ciclo más largo que acaba por transformar el régimen regulatorio del sector financiero, sus mercados y hasta sus prácticas contables. La erosión de las instituciones que debían controlar la especulación y dar estabilidad termina generando la proliferación de esquemas financieros de alto riesgo, escasas garantías y grandes niveles de apalancamiento. 

El modelo Minsky se queda corto. En él no hay cabida para los impulsos que desde el sector real conduzcan a la crisis. Es cierto que en los ciclos de negocios de la economía estadunidense a partir de 1980 los deudores y acreedores tomaron cada vez mayores riesgos y que a lo largo de ese periodo se erosionó el régimen regulatorio. Según esto, la crisis se debe a fenómenos psicológicos y a los incentivos perversos que favorecieron la especulación descontrolada. Los factores estructurales en las esferas (no financieras) de la producción quedan fuera de esta explicación.

En contraste, otras investigaciones revelan que entre 1973-1984 ocurrieron cambios importantes en la economía real de Estados Unidos y otras economías capitalistas. El más importante es que la tasa de ganancia comenzó a reducirse. Aunque hay diferencias entre sectores, los indicadores elaborados con diferentes metodologías no se equivocan: la tasa de ganancia se reduce en Estados Unidos, Alemania, Japón y otros países. 

Esa caída en la tasa de ganancia desencadenó una ofensiva en contra de los asalariados desde la década de los setenta. Sindicatos y reglas laborales que habían mantenido una evolución favorable en los salarios y prestaciones fueron atacados en todos los frentes. La globalización neoliberal fue parte de ese ataque, generando fuerzas para deprimir más los salarios. 

El resultado fue que los salarios se estancaron y el poder de compra de la clase trabajadora en Estados Unidos se debilitó. El sobrendeudamiento fue lo único que mantuvo el nivel de vida al que aspiraban las clases trabajadoras. Las burbujas especulativas mantuvieron el nivel de la demanda agregada que necesitaba la economía estadunidense. 

Frente al descenso en rentabilidad, el capital se refugió en las finanzas. La ofensiva contra los asalariados y la expansión del sector financiero son dos caras de la misma moneda: la caída en la tasa de ganancia, un problema con raíces profundas en la evolución del capitalismo. 

Aquí se escucha el eco del análisis de Marx que ha estado a la defensiva desde hace tiempo. El dogmatismo y varias dificultades teóricas, especialmente el llamado problema de la transformación de valores en precios de producción (planteado por Marx en el tomo III de El Capital), frenaron durante años el desarrollo crítico del pensamiento marxista. Hoy cobra fuerza la reflexión de corte marxista sobre la crisis, aunque siga pendiente la solución de varios problemas teóricos importantes. 

En estos análisis se articula la evolución del cambio técnico, la competencia intercapitalista y el conflicto por la explotación y la distribución del ingreso en un edificio analítico coherente. Los aportes de Minsky, de la teoría de Keynes, y por supuesto Kalecki, se fusionan bien con estas interpretaciones marxistas. El punto central es que las raíces de la crisis están en la economía real y no sólo en la esfera de las transacciones financieras. La conclusión es clara: la economía de la globalización neoliberal (y no sólo su casino financiero) está mortalmente enferma y sus fundamentos deben modificarse radicalmente. 

Fuente: La Jornada, 17.10.10       

 

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Brasil: la hora de Dilma

Por José Steinsleger

Hace poco más de un siglo, Brasil emergía del imperio republicano esclavista, Rusia padecía el despotismo del zar, India era una colonia británica y China flotaba en la niebla del feudalismo milenario. Hoy, las cuatro naciones integran el bloque de las potencias emergentes” (BRIC, por sus iniciales).

El BRIC agrupa 45 por ciento de la población mundial. En conjunto, ocupa un territorio 2.75 veces mayor que el de Estados Unidos y la Unión Europea. Posee ubérrimos recursos naturales; expande el mercado interno y externo; fortalece el sector público; impulsa la autonomía militar y nuclear; actúa con independencia y soberanía en la escena internacional, y gravita geopolíticamente en los países vecinos.

En términos relativos, Brasil es el país mejor posicionado del bloque. Tiene 200 millones de habitantes (8 por ciento de la población sumada de India y China), se proyecta en África sudoccidental (donde la lengua madre le permite moverse con fluidez), está lejos de las guerras fratricidas de la periferia rusa, de las tensiones de la península coreana (vecina de China), y de la explosiva situación en Pakistán, Nepal y la región de Cachemira (limítrofes con India).

México pudo ser socio del BRIC. Desafortunadamente, sus clases dirigentes se dejaron estafar por el “libre comercio” (que nunca existió), y el país quedó enganchado a la sicosis de una economía imperialista en declive. Brasil, en cambio, recorrió el camino inverso. De aliado incondicional de Washington, a la defensa de la soberanía, la integración política subregional, y la contención del guerrerismo yanqui en sus fronteras.

El punto conflictivo de la política exterior brasileña sería su presencia en Haití, donde encabeza los cascos azules de otra entidad política en declive: las Naciones Unidas. No obstante, respalda a Cuba y Venezuela y, por encima de las tentaciones hegemonistas en el Mercosur, el diálogo y la negociación predominan en su agenda.

Luiz Inacio da Silva, Lula, fue el arquitecto del reacomodo político de Brasil en los nuevos escenarios internacionales. Obrero y líder sindical sin título académico (aprendió a leer a los nueve años), Lula dictó cátedra. A las derechas propuso pensar con cabeza propia, y a las izquierdas demostró que la política vale por los contenidos, y no por las formas o declaraciones de fe.

El gobierno de Lula aumentó el consumo familiar, elevó los salarios en más de 60 por ciento, creó 14 millones de empleos en firme, 40 millones de pobres recibieron atención, y millones de excluidos pensaron en algo más que futbol y carnaval. Lula termina su mandato habiéndose ganado el respeto de sus enemigos, y lo que a fin de cuentas importa: el cariño de su pueblo.

A pesar de ello, los chamanes de la rebeldía verbal fruncen el ceño: Lula, los Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales, Fernando Lugo, Andrés Manuel López Obrador, no son “homologables” con el canon de la “revolución ¡ya!” Excluyo, de la nómina, a Hugo Chávez: parece que Fidel ya los convenció (espero), de que el bolivariano cumple con los requisitos del buen muchacho revolucionario.

En fin… desconcertante coincidencia entre globalizadores y globalifóbicos. Los unos quieren la economía sin política, y los otros la sociedad sin políticos. ¿Que se vayan todos? Los que están realmente jodidos no se hacen bolas. Sin mezquindad, eligen a sus dirigentes y los alientan para lidiar con las irracionales plutocracias de América Latina.

En los comicios venideros, la candidata del Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff (1947, heredera política de Lula), será elegida presidenta de Brasil. Hija de un comunista búlgaro, Dilmiña (así le llaman) militó en la guerrilla liderada por el capitán Carlos Lamarca, y purgó tres años en prisión, donde fue torturada.

Recordemos, de paso, a Lamarca. Tras desertar del ejército (1969), la dictadura militar (1964-85) lo declaró “traidor de la nación”, único caso en la historia de Brasil. En 1971, Lamarca cayó en combate. En 2006, el Ministerio de Justicia lo ascendió, postmortem, a coronel de las fuerzas armadas.

El pensamiento bobo circula por el centro, que siempre está embotellado. El pensamiento cero adelanta por derecha, que siempre acaba en vía muerta. Inventando nuevas reglas de tránsito, Lula avanzó por izquierda. Acorde con la nueva hora de Brasil… ¿Dilma sabrá conducir?

Reloj atómico tendrá. El gobierno brasileño acaba de adquirir un aparato de alta precisión para el Servicio de la Hora Oficial. El reloj funciona con hidrógeno, y atrasa o se adelanta un segundo cada 10 millones de años.

En La tierra del futuro (1941), Stefan Zweig escribió: “Es siempre arriesgado echar desde el presente un vistazo sobre el futuro. Con 50 millones de habitantes y su dilatado espacio, Brasil constituye uno de los esfuerzos colonizadores más grandiosos del mundo, y se halla hoy sólo al comienzo de su desarrollo”.

Fuente: La Jornada, 29.09. 2010

 

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Los cien años de la UNAM

Chomsky:

Se apoderan trasnacionales de la fuerza de trabajo

El poder de Estados Unidos se erosiona por todos lados, sostiene.

Construye la “amenaza iraní” para justificar una intervención militar.

Con trazo detallado, Noam Chomsky, el prestigiado lingüista estadunidense, expuso ayer en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) el estado actual de la política exterior de Estados Unidos y la construcción del futuro del mundo. Desde cómo el gobierno de Barack Obama construye día a día el supuesto de la “amenaza iraní” para justificar una futura operación militar, hasta el entramado de las corporaciones trasnacionales para controlar los recursos naturales de la Tierra; desde la sorprendente capacidad de China para expander sus inversiones y su influencia hasta la evidente pérdida de la hegemonía estadunidense en un contexto global donde “ya sólo Japón y Europa obedecen a Washington”.

Concluyó con una advertencia: lo que el mundo está viendo no es precisamente el desplazamiento de Estados Unidos como potencia global con el surgimiento de las economías de China y la India. “Más bien, si efectivamente estamos en presencia de un cambio global del poder, éste comprende el traspaso de poder de la fuerza laboral al poder transnacional.”

Y a un costo muy alto. “Trabajadores estadunidenses víctimas de una economía de finanzas y producción de exportación; campesinos hambrientos en India, millones que protestan por la pobreza en China, mexicanos que huyen del impacto que provocó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y el cual, según las organizaciones campesinas, ha provocado más daño al país que la Colonia española”.

LA conferencia magistral en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario fue organizada por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) en el contexto del primer centenario de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Fue la segunda visita del profesor emérito del Insituto Tecnológico de Massachuesetts, después de la ponencia que pronunció hace un año, invitado por La Jornada. Chomsky recordó de lo que no habló en aquella ocasión: la situación de Irán frente al acoso de Estados Unidos y cómo se delinea en el horizonte un nuevo escenario bélico. Y por ahí arrancó, después de la presentación del director de la FCPS, Fernando Castañeda.

Dos horas después arribó a la conclusión de que para las sucesivas doctrinas imperiales –las de Bush padre, Clinton, Bush hijo y hasta el actual mandatario Barack Obama– el control del mundo “no es cosa sencilla, ni siquiera para un Estado con un poder sin precedentes” como es Estados Unidos. “Ese poder se erosiona por todos lados. Y hasta en el patio trasero de Washington los súbditos se vuelven cada vez más desobedientes”.

Uno de los indicios, o “pasos hacia la independencia”, observados por Chomsky es la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC, lanzada en la reunión cumbre de la Riviera Maya en febrero de este año), que incluye a Cuba y excluye a Estados Unidos y Canadá, lo cual en su opinión “es un paso más allá de Unasur y tiene potencial para llegar a desplazar a la Organización de Estados Americanos)”.

Si la CELAC “funciona efectivamente” –advirtió el analista– las consecuencias afectarán la noción imperial, todavía vigente en la Casa Blanca, que el ex presidente Richard Nixon exponía así: “Si Estados Unidos no es capaz de controlar a América Latina, no podrá imponer el orden en el resto del mundo”.

En el pasado, los días del poder imperial

“Esos días ya pasaron”, sostuvo Chomsky. El año pasado China desplazó a Estados Unidos como el principal socio comercial de Brasil. En Medio Oriente, las exportaciones petroleras de Arabia Saudita –que posee las mayores reservas de hidrocarburos y donde Estados Unidos aún es el primer inversionista y socio comercial– se están yendo, en cerca de 50 por ciento, hacia los países asiáticos. Y el mismo escenario puede repetirse en Irak, si algún día logra levantarse de la masiva destrucción provocada por la ocupación angloestadunidense.

Otro signo citado ayer fue el surgimiento de la Organización de Cooperación Shangai, nuevo cártel petrolero que incluye productores y consumidores de Asia y expresamente cierra el paso a Estados Unidos.

Un indicador más de la pérdida de hegemonía estadunidense, poco comentado en los medios de comunicación occidentales, es que, “por un raro accidente geológico, China posee 97 por ciento de tierras preciosas, ricas en componentes indispensables para el desarrollo de la electrónica y la industria verde”. Ése es el futuro. Y las inversiones destinadas a la industria verde en China superan las que logran atraer los países europeos, Estados Unidos y Canadá juntos.

El catedrático, una de las voces más autorizadas del pensamiento crítico, apuntó al debate que acapara el discurso contemporáneo de las relaciones internacionales: ¿podrá China, junto con la economía de India, desplazar a Estados Unidos como el poder global dominante? Si llegara a ocurrir, no habrá que olvidar la realidad social y económica de esos pueblos: India ocupa un sitio en el ranking de desarrollo social cercano al de Camboya, Laos y Tayikistán. En China 40 por ciento de los niños no van a la escuela, aunque la “sociedad del conocimiento” ha crecido notablemente. Y el Banco Mundial estima que el ingreso per cápita de India es el dos por ciento del estadunidense”.

“El año de Irán”

El afán de control y expansión de Washington, hoy bajo la batuta de Barack Obama, sigue siendo, sin embargo, la amenaza del presente.

En su exposición, Chomsky refirió que fabricar una supuesta amenaza para mover fichas y controlar espacios y recursos es una vieja historia en el devenir del mundo, tan vieja como la doctrina bosquejada por Adam Smith en La riqueza de las naciones, en el siglo XVIII.

Aunque los protagonistas cambian –ahora son las corporaciones trasnacionales y los grandes grupos financieros los que detentan el poder–, esta teoría de las relaciones internacionales se sigue aplicando hoy, como en su tiempo lo hizo el imperio británico en India.

“Bengala, hoy Bangladesh, era una de las regiones más ricas del mundo. Fue reducida a una situación de miseria de la que quizá ya nunca más pueda escapar. Lo mismo que Haití. Francia sigue torturando a su ex colonia, la más rica y fuente de buena parte de su riqueza. Haití y Bangladesh son los símbolos de la desesperanza y la desesperación. Las lecciones que entrañan estas dos historias son nítidas, aunque invisibles en la cultura imperial.”

Advirtió que hoy, cuando supuestamente se ha cerrado el capítulo de Irak, es el turno de Irán. “Lo que sucede ahora en ese país se parece mucho a lo que ocurrió el siglo pasado. En 1953 Estados Unidos destruyó la democracia persa para instalar a un dictador, el sha. Pretendía transferir 40 por ciento de las concesiones petroleras, que entonces eran prácticamente robadas por lo que hoy conocemos como British Petroleum, a las compañías estadunidenses.

“Algo muy similar ocurre hoy. Irán ha recuperado el control de sus recursos e intenta actuar de manera independiente. A Estados Unidos le interesa derrocar al régimen e instalar uno que sea más complaciente.”

Fuente: La Jornada, 22.09.10

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¿Desde cuándo México es México?

Por Víctor Orozco

Ha sido siempre un complicado problema para los historiadores establecer un momento o siquiera una serie de acontecimientos que marquen el inicio de alguna nueva sociedad, distinguible por sus peculiaridades de aquella que le antecede. En nuestro caso, ¿Desde cuándo podemos hablar de México? ¿A partir de las antiguas civilizaciones prehispánicas?, ¿Desde la colonia? Tales interrogaciones acarrean infinidad de otras específicas: ¿Cuauhtémoc era mexicano? ¿Lo era Sor Juana Inés de la Cruz? ¿Y Francisco Javier Clavijero el primero que escribió una historia de México, en 1780?

Ahora conmemoramos en Hispanoamérica el bicentenario del inicio de las luchas que desembocaron en la separación política de la metrópoli española, aniversario compartido por la mayoría de los países latinoamericanos. México, Argentina, Chile, Ecuador, etc., existen a partir de que se consumó la ruptura con el antiguo imperio español. Antes de ello, tampoco estaban los gentilicios, al menos aplicados al conglomerado humano que los adoptó después de las independencias. En el siglo XVIII, por ejemplo, en las minas de Santa Eulalia, próximas a la villa de Chihuahua había trabajadores procedentes de diversos lugares del territorio de la Nueva España e identificados por lenguas diferentes. Entre pimas, yaquis, tarahumaras, se les llamaba a otros, hablantes del náhuatl y quienes llegaban de las proximidades a la capital del virreinato, “mexicanos” o “mexicaneros”. A las recuas, esos grandes convoyes de mulas que cruzaban todo el espacio virreinal, se les nombraba también de acuerdo a los lugares de la ruta que recorrían. Había una que hacía el tránsito desde Santa Fe en el Nuevo México, hasta la ciudad de México y era conocida como “la mexicana”. El único referente para ubicar a los mexicanos era pues la capital, heredera de la antigua Tenochtitlán, a su vez sede del imperio meshica o mexica.

Si no existía el primer dato de identificación que es el nombre, tampoco la idea de pertenecer a una patria. Los lazos de unión venían del paisanaje local, de la religión, de la pertenencia a un oficio, a una raza y de la fidelidad o el sometimiento al rey. Ni los iberos se concebían habitantes de una patria que a todos abrazara. Si a uno de estos súbditos del monarca español se le preguntaba que era, lo más seguro es que contestara en su idioma: vasco o castellano, o catalán… y los nacidos en América, con menos señas de afinidad, apenas responderían que saltillense, o zacatecano, paseño, limeño, rioplatense, cuzqueño, cuencano, janero o durangueño. Los peninsulares de aquí, orgullosos y altaneros, para enfatizar la diferencia con el resto a lo mejor contestaban “yo soy muy español”, algo que les encantaba proclamar. Los señalados como indios o castas, se referirían siempre a su comunidad o pequeño pueblo: de Temeichi, de Zacapoaxtla… O tal vez, desde otras varias perspectivas los interrogados pondrían por delante su pertenencia a un estado o casta, o su oficio y la respuesta sería: “clérigo”, “minero”, “comerciante”, “arriero”, “gañán”, “hacendado”, “mulato”, “cambujo”, “mediero”, “capitán”, etc.

En muchas ocasiones, se habla hoy de “novohispanos”, pero este calificativo no tiene nada que ver con alguna identidad adoptada por los habitantes del virreinato, menos con la idea de patria o de nación. La Nueva España fue una división administrativa-territorial de la corona española, como lo fueron la Nueva Granada o el Virreinato del Perú. Como tal, obedecía a un criterio puramente administrativo, por tanto su territorio fue siempre elástico, cambiante. Después de las reformas borbónicas, por ejemplo, se instituyeron las intendencias y luego las Provincias Internas, con un alto grado de autonomía respecto del virrey. En 1812, la Constitución de Cádiz consideró a la Nueva España, tan sólo a una de las circunscripciones donde se nombrarían diputados, con sede en la Ciudad de México y que comprendía a las provincias de México, Michoacán, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Tlaxcala y Querétaro. Así que mal podría esta jurisdicción burocrática-militar dar para un linaje o sentido de pertenencia a una colectividad nacional. Así que a nadie se le ocurriría decir “yo soy un novohispano” o “un novogranadino” y menos aún un “mexicano” o un “peruano”.

La “patria” era el lugar de los orígenes, de donde venían los padres. “…el muchacho respondió que el nombre de su tierra se le había olvidado… Preguntáronle si sabía leer; respondió que sí, y escribir también. Desa manera -dijo uno de los caballeros-, no es por falta de memoria habérsete olvidado el nombre de tu patria…” escribió Miguel de Cervantes en El Licenciado Vidriera, una de sus deliciosas novelas. Dos siglos después de publicada, la misma idea todavía estaba presente, como se advierte en el discurso pronunciado en 1823, por Fray Servando de Teresa y Mier en el congreso general. La pieza oratoria fue decisiva para inclinar la votación de los diputados quienes debían optar entre México y Querétaro, como capital de la República. Para garantizar la imparcialidad de su voto explicó: “…y conste que yo no soy de aquí pues ustedes saben que mi patria es Nuevo León”.

En ese mismo año y en los dos precedentes se dotó a la nueva nación no sólo de su nueva capital, sino en primer lugar de un nombre. Lo mismo sucedió en cada uno de los escenarios hispanoamericanos. Fueron los partos históricos, de los cuales surgieron las nuevas patrias, de manera tal que el vecino de la flamante villa de Paso del Norte podía alcanzar ¡Por fin! una identidad mayor y reclamarse satisfecho como mexicano e igual sucedía con el de Tapachula o el de Veracruz. Los gentilicios les cayeron por decreto, pero fueron aceptados con entusiasmo. Hasta entonces, no tenían otro común denominador que la sujeción al orden religioso y político del imperio, además del idioma, que sin embargo convivía y competía en todas partes con las lenguas previas a su llegada, a veces con ventaja y a veces con desventaja.

La Patria, escrita ahora con mayúscula, se comenzaba a edificar e implicaba para estos hombres la trabajosa e indispensable mutación de súbditos a ciudadanos, miembros de una nación y no seguidores o vasallos de un príncipe o de un cacique. Si no conseguían triunfar en el intento, abandonando el capullo, tampoco habría nación y estarían de vuelta a la colonia de alguna metrópoli europea o bien en el mediano plazo, pasarían a convertirse en una parte de la expansiva república norteamericana. De nuevo, inferiores o parias en la tierra de sus padres.

Quienes primero avanzaron en este largo camino fueron los criollos y pocos mestizos, pero en el curso de las siguientes décadas millones fueron asumiendo su nueva condición. Los indios y las castas quedaron rezagados, pero también se fueron incorporando con lentitud, obstruidos por la explotación y la discriminación. Pocos, como garbanzos de a libra, pudieron superar esos obstáculos. Entre ellos, Benito Juárez e Ignacio Manuel Altamirano, indios los dos y también entre los más destacados mexicanos de todos los tiempos. Otro de similar estatura, Ignacio Ramírez, teniendo en mente a su madre indígena, subrayaba con orgullo su procedencia. La biografía política e intelectual de cualquiera de ellos no sería siquiera imaginable en la época de la colonia, pues la emancipación colectiva e individual de los de abajo, puede plantearse sólo a partir de la disolución de los vínculos serviles-señoriales. En la colonia, clérigos, funcionarios, nobles y militares se ocupaban de mantener estas ataduras materiales y espirituales o ideológicas, que hacían imposible a los indios abandonar su miserable condición, la cual formaba parte del orden divino.

La nación de los mexicanos, así, emergió y se ha ido construyendo durante este complejo proceso de fusiones, avances y regresos, en el cual han obrado acontecimientos guerreros, políticos, educativos, culturales, después de 1810. Elección de cabildos municipales, de gobiernos locales, formación de colegios civiles, publicación de historias nacionales y regionales, adopción de fechas y símbolos patrios, son entre muchos otros empeños, instrumentos para forjar la Patria. Tal ha sido la senda seguida en todo el globo.

¿Y los antecedentes? Pues son eso, antecedentes. Si nos imaginamos a las naciones modernas como grandes corrientes humanas entendemos que cada una se forma gracias a la afluencia de otras aguas, de distintos orígenes y colores. Estos componentes se pierden y se conservan al mismo tiempo en el nuevo torrente. Es de esta manera que los pueblos prehispánicos y la sociedad colonial concurrieron a la formación del México de hoy. Clavijero, criollo novohispano y jesuita expulsado, escribió una parte de la historia de los primeros y cumplió dos cometidos: combatió a los prejuicios y fantasías divulgados en Europa sobre los antiguos mexicanos, al tiempo que planteó la idea de las nuevas patrias americanas. Unos años después, el arequipeño Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, también de los expulsos, desarrollaría el argumento con toda precisión en su “Carta a los Españoles Americanos”.

De esta suerte, Cuauhtémoc o mejor quizá, la gesta que dirigió es parte de una larga historia en el curso de la cual se formó la nación moderna. No puede prescindirse de su figura ni del pueblo azteca en la explicación del presente. Tampoco de Sor Juana Inés de la Cruz, tomados como ejemplos entre el sinnúmero de personajes y hechos que precedieron a la constitución de México. Y a estos conocidos personajes, habríamos de agregar otros, como los caudillos indígenas rebeldes al dominio europeo. Teporaca o Tepórame el dirigente rarámuri que encabezó la insurrección en la Tarahumara a mediados del siglo XVII no fue por supuesto mexicano. Igual, tampoco Tupac Amaru fue peruano, pero la historia de México y la de Perú, estarían cojas si se olvidan de las luchas que encabezaron, antes de que se constituyeran las entidades nacionales.

Fuente: La Jornada – Morelos, Domingo, 12.09.10

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Liberan a siete guanajuatenses

encarceladas por haber abortado

◊ Yolanda Martínez Montoya, presa más de seis años, sostiene que es inocente y rechaza dádivas del gobierno estatal

◊ “Se hizo justicia”, pero “falta mucho por hacer y por cambiar”, afirma

Guanajuato, Gto., 7 de septiembre. “Soy libre porque soy inocente. Se me hizo justicia”, dijo Yolanda Martínez Montoya cuando ella y otras seis mujeres que sufrieron abortos espontáneos salieron de los penales de Guanajuato y Valle de Santiago, donde purgaban sentencias superiores a 25 años, acusadas de asesinato

Este martes entró en vigor una atenuante al delito de homicidio en razón de parentesco, que redujo de 35 a ocho años de cárcel las penas a las mujeres que den muerte a un recién nacido. Con esta reforma al Código Penal, a partir de las 17:30 horas fueron liberadas una por una las campesinas María Araceli Camargo Juárez, Ofelia Segura Frías, Yolanda Martínez Montoya, Liliana Morales Moreno, Ana Rosa Padrón Alarcón, Bonifacia Andrade y Susana Dueñas Rocha.

La mayoría de las mujeres no hablaron con los reporteros que las esperaban fuera del penal de Puentecillas. “Sólo quiero estar con mi familia”, dijeron al abordar camionetas del gobierno del estado que las llevaron a sus hogares en los municipios de Dolores Hidalgo, San Miguel de Allende, Guanajuato y San Luis de la Paz.

“Se hizo justicia, tarde o temprano. No nos vamos a dar por vencidas. Falta mucho por hacer y por cambiar”, pues las leyes de Guanajuato “son inequitativas y discriminatorias” para las mujeres, dijo Yolanda.

Entre lágrimas y sonrisas, la joven originaria de la comunidad Las Trancas, en Dolores Hidalgo, repetía que era inocente y recriminaba haber estado más de seis años en prisión por un delito que no cometió.

Agregó que no aceptó que la llevaran a su casa en camionetas del gobierno estatal panista, porque quería salir “con la frente en alto” del Centro de Readaptación Social (Cereso).

Las campesinas recibieron, por conducto de funcionarios, ofertas del gobernador Juan Manuel Oliva Ramírez, entre ellas apoyo para mejorar sus viviendas, dijo Martínez Montoya.

“No quiero nada. Quiero ser yo. No quiero estar ligada a ninguna persona que tenga que ver con el gobierno, porque me hicieron mucho daño. No quiero nada de ellos”, afirmó la dolorense.

–¿Lo que ofreció el gobierno fue a cambio de silencio?

–Podría ser. Se deduce por lógica –replicó.

Alma Yareli Salazar, absuelta por un magistrado de una sentencia de 27 años de cárcel el 9 de junio, esperaba desde la madrugada del martes la salida de sus ex compañeras. ‘‘Yola, somos libres, somos inocentes” dijo llorando a Yolanda, a quien abrazó fuertemente cuando salió.

Con el puño en alto, Yolanda gritó: “¡Soy inocente, soy inocente!”, y agradeció el apoyo del Centro Las Libres –cuyas activistas se apostaron en el penal a partir del primer minuto del martes– por encabezar la defensa pública y legal de las siete mujeres.

El 31 de agosto, el Congreso estatal aprobó la modificación al artículo 156 del Código Penal para atenuar las penas del delito de homicidio en razón de parentesco.

“A la madre que prive de la vida a su hijo dentro de las 24 horas inmediatamente posteriores al nacimiento de éste, y además dicha privación sea a consecuencia de motivaciones de carácter sicosocial, se le impondrán de tres a ocho años de prisión”, señala la reforma propuesta por el gobernador Juan Manuel Oliva a raíz de señalamientos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) por el caso de las siete presas.

Las jóvenes denunciaron públicamente que el Ministerio Público las obligó a incriminarse y aceptar en las averiguaciones previas que ellas “escucharon que los productos lloraron” para culparlas por homicidio, cuando en realidad tuvieron abortos espontáneos en los últimos meses de su embarazo.

En agosto de 2009, La Jornada publicó que en Guanajuato había mujeres que sufrieron abortos y fueron acusadas de homicidio en razón de parentesco, por lo que fueron sentenciadas hasta a 35 años de cárcel, pese a que el Código Penal sanciona la interrupción del embarazo hasta con tres años de prisión y una multa hasta de 30 días de salario mínimo.

Oliva Ramírez aún niega que su gobierno criminalice a las mujeres que abortan, pero en el libro Algunas consideraciones al suicidio y formas de violencia intrafamiliar, la Procuraduría General de Justicia del estado incluyó los testimonios de internas que tuvieron abortos y fueron sentenciadas por homicidio “en agravio de sus hijos en proceso de gestación”.

Fuente: La Jornada, 08.09.10

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