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CADA CUAL EN SU LABERINTO

– Por Roberto Páez González

 

La terca realidad le hace agarrarse la cabeza al presidente francés: Sarkozy no sale de su asombro ante el anuncio de Giorgos Papandreu de convocar a un referéndum -susceptible de dar lugar a elecciones anticipadas- acerca de las decisiones de la reciente cumbre de Bruselas concernientes a Grecia.

Las protestas en las calles griegas y rebeliones en el Pasok lo han puesto al borde de lo  desconocido, una dimensión que, simultáneamente, alcanza también a los líderes europeos en general. 

Señales recientes de que la pastilla no pasa

A pesar de los anuncios producidos por la cumbre de Bruselas, la confianza de los mercados no está plenamente restablecida, como se deduce de la marcha bursátil de hoy, lunes 31 de octubre de 2011.

Los indicadores fueron negativos al cierre: en Wall Street el Dow Jones -1,36 y el Nasdaq1  -1,10%; París -3,16%; Londres -2,77%;  Frankfurt -3,23%; Milán -3,82 %; Madrid -2,92%.

Numerosos bancos sufrieron los embates: el Deutsche Bank cayó el 8,6% y el Commerzbank un 8,47%. En Italie, Intesa Sanpaolo perdió el 7,39 %. Société Générale el 9,79% y BNP Paribas el 9,63%. Crédit agricole 7,68…

También se registra la presión sobre la deuda italiana, aumentando las tasas de las obligaciones a 10 años por encima del 6%.

El plan europeo del jueves pasado no convence a los principales actores económicos. Se estima que varios países no son capaces de hacer cumplir las metas de baja de los déficit y se acrecientan los temores de una recesión más o menos inminente que agravaría la crisis de deudas. Está previsto un encuentro de la FED con la BCE antes de la cumbre del G-20 (ésta tiene lugar los días 4 y 5 de noviembre del corriente año).

También en el tema de la recesión los bancos aparecen en una delicada posición central porque la recapitalización (el incremento de sus fondos propios) genera una presión sobre su capacidad de financiar la economía, en la que la pequeñas y medianas empresas son las más necesitadas, siendo además las más creadoras de empleo.

En la BCE se opera, en pleno torbellino de la zona euro, el reemplazo de Jean-Claude Trichet por Mario Draghi, éste con una carrera consistente en su andarivel, pero con la delicada presea de haber servido a Goldman Sachs de 2002 a 2005, cuando ese banco norteamericano se esmeraba en embellecer las cuentas de Grecia.

Y tratándose de Grecia, sin duda que el anuncio de Papandreu de un referéndum, dado a conocer hoy, replantea todas las previsiones basadas en los acuerdos de la cumbre de Bruselas.

Trasfondo de las tribulaciones de la zona euro

Ya se estaba planteando, no sin insistencia, que había problemas de gobernabilidad en la zona euro. Muchos decían de gobernanza. Predominaba esta última idea por cuanto se atribuían las dudas a la canciller Merkel, antes que al presidente Sarcozy. Esas dudas, la falta de coordinación, la demora en adoptar la respuesta justa a la crisis de deuda griega reflejaban esa falta de gobernanza y se estabelecían hipótesis sobre la necesidad de un gobierno económico, de cierto federalismo, etc. Pero ahora resulta evidente que no se trataba únicamente de asuntos de gobernanza –instituciones y líderes- sino también de gobernabilidad, la que desmarcándose de lo anterior, se estiliza en la falta de pruebas de la tan renombrada convergencia franco-alemana.

En Le Monde de hoy2 un titular de la portada reza: «La convergencia franco-alemana, un discurso lejos de las realidades y se refiere a una nota de Jacques-Pierre Gougeon3. Al acuerdo logrado en Bruselas, lo llama «compromiso» conseguido trabajosamente en la «doble» cumbre del 23 y 26 de octubre.

Seguidamente, describe a la diplomacia francesa como muy interesada por ese tipo de eventos que, sin embargo, no son del agrado del otro lado del Rin, particularmente por el apresuramiento con el que se convocan y porque se convocan demasiado seguido.

Pero estos afanes de la diplomacia francesa disimulan que para la opinión pública alemana Francia es cada vez menos considerada como el  «socio privilegiado» que era aún en 2005 (en los sondeos, un 18% lo considera así, en vez del 41% de entonces).

Además, Gougeon reseña diferencias en los resultados macroeconómicos que mejor que ilustrar las convergencias subrayan divergencias: en los útimos 5 años, Alemania acumula un crecimiento del 8,6% y Francia apenas un 5,6%, con una diferencia máxima en 2010, con tasas de crecimiento del 3,6% y 1,5%  respectivamente.

Actualmente, la expectativa de crecimiento de Francia fue revisada a la baja y el gobierno la establece en el 1%, pero el principal candidato de la oposición, el socialista François Hollande, dijo no estar seguro de que los hechos confirmen esos dichos.

Asimismo, Alemania vuelve a tener su déficit fiscal por debajo del 3% del PBI en 2011, mientras que en Francia se sitúa en el 5,7%.  El superávit del comercio exterior alemán alcanza a 154 mil millones de euros, contrastando con el déficit francés, en el mismo rubro, de 51 mil millones de euros.

La tasa de paro en Alemania, del 6,6% es de tres puntos menos que la de Francia. Y esto, cuando Alemania todavía está soportando las cargas de la reunificación.

Toda la nota de Gougeon repasa y comenta diversos indicadores que atestiguan estas diferencias de comportamiento de ambas economías.

Lo interesante del caso es que presenta características difícilmente modificables en el corto plazo y que éstas son obstáculos para una gobernabilidad basada en convergencias reales.

De todas las cifras más significativas, las más parecidas son las de deuda pública que fueron para Alemania del 83,2% del PBI4 en 2010 y para Francia del 82,3% el mismo año. Pero ya se sabe que Moody’s amenaza con rebajar la nota (AAA) de Francia y en todo caso hasta los momentos, no la de Alemania.

Otra diferencia consiste en que Angela Merkel llegó a la cumbre de Bruselas legitimada por su parlamento, mientras que el gobierno francés no podrá incluir la «regla de oro» en la constitución, como quería, porque ha perdido la mayoría en el Senado, en favor de la izquierda, liderada por el Partido Socialista.

Cabe agregar la situación de la deuda italiana. Hasta el fin de este año a Italia se le presentan vencimientos por 50 mil millones de euros y en 2012 por 300 mil millones de euros. Y el ya anunciado referéndum griego que hace saltar por los aires la eficacia de los acuerdos de Bruselas.

El G-20 de Cannes

En estas circunstancias, se puede prever que el G-20 del 4 y 5 de noviembre se concentrará en los problemas de la zona euro. Porque la estabilidad de la zona euro interesa poderosamente a los grandes interlocutores de la Unión Europea: Estados Unidos, China, los BRIC y ciertamente a todos los países, porque está en juego la disyuntiva de la reactivación o la recesión.   

Francia preside el G-20. ¿Qué tiene que hacer el G-20 en el contexto de amenazas al euro por la deuda griega, pero también por la italiana y otras que, generalizando abarcan hasta la deuda soberana francesa, hasta ayer una firma de primera, con la etiqueta A A A? ¿Como lograr que los gobiernos se unan para garantizar el incremento del comercio mundial y por ende el crecimiento económico que se imponga al fantasma de la recesión internacional?

La coordinación de políticas económicas no es una novedad y los diversos G-20 anteriores no lograron por esa vía realizar progresos que atenuaran los riesgos de profundización de la crisis con un doble dip.

Desde luego, es inevitable que los países asuman estrategias diferenciadas que tomen en cuenta sus intereses específicos. Entonces, ¿qué es lo que se puede coordinar? Para los dirigentes de los países más desarrollados, lo urgente es recuperar la confianza de los mercados y reactivar las economías para volver a crecer. 

Muchos otros países plantean la necesidad de reglas y en este sentido la presidencia francesa lo admite. ¿Pero se trata de las mismas reglas? Ante las divergencias y la falta de claridad acerca de las reglas y su eficacia algunos países del G-20 pueden plantearse que lo urgente es esperar, aunque parezca paradójico, ya que algunos especialistas estiman que tras las incógnitas que subsisten luego de la última cumbre europea, el de Cannes podría llegar a ser un G-20 para nada. 

La propuesta francesa de poner en el orden del día la especulación sobre las materias primas, el desorden monetario y la tasación de transacciones financieras, con ser del agrado de varios países, no parecen ser las medidas inmediatas que la situación requiere, a estar de lo que los dirigentes plantean: evitar una catástrofe mundial.  

Hoy, la OCDE en sus previsiones de crecimiento lleva a la zona euro a un más que mínimo 0,3% el año que viene. Para los diecisiete países involucrados, la OCDE estima que habrá una baja marcada del crecimiento, llegando a áreas de recesión. Muy lejos del 2% que había establecido para 2012 en la zona euro en mayo pasado. 

Para el conjunto del G-20 pronostica un aumento del 3,9% del PBI en 2011 y del 3,8% en 2012. 

Es notorio que aunque la gobernanza económica mundial sea un tema apasionante, el G-20 tendrá poco tiempo para tratarlo en forma inmediatamente fértil. La idea de constituir un equipo de países líderes no es más que una idea y si llegara a existir tendría que asumir alguno de los trabajos de Hércules, para lo cual, acaso, el equipo no esté equipado. 

Aunque no se diga mucho, líderes, periodistas, geopolíticos y especialistas diversos tratarán de ver y escuchar atentamente lo que China quiera decir. Tal vez sea el aporte neto de este G-20. Si lo hay. Porque sobre la integración del yuan chino es muy posible que China siga considerando que la progresividad de valorización del yuan –muy lenta, lo que exaspera a los occidentales- es la progresividad adecuada y que para cambiar hay tiempo. 

Este grupo de países representa el 85% de la economía mundial y dos tercios de la población del mundo. Del nuevo ciclo de presidencia se encargará, después, México.  

Muchas otras cuestiones se entrelazan en la crisis               

En el actual momento económico, caracterizado por la globalización financiera –ya en un pico de crispación- aparece notorio que para los grandes capitalistas, el capital circulante5 está desvalorizado respecto de otras formas del capital, en particular del capital-dinero que « trabaja » en bancos de inversión, bolsas, etc. Pero esto mismo pone en evidencia la baja de la tasa de ganancia en los sectores industriales avanzados, en los que la relación mixta parece conducida por un verdadero capitalismo del desastre6 con la desvalorización del trabajo, la inculcación de formas diversas de participación en las ganancias de los asalariados, en dividendos, stock-options, etc. con las desigualdades y divisiones que involucran.

Por más que los dirigentes marean la perdiz no se sale de las altas tasas de paro, ni del alto endeudamiento público (aunque, además, del privado), y donde se puede hablar de baja inflación, también se puede hablar de bajo (o nulo) crecimiento o de recesión en ciernes.  

En realidad, la sagacidad de los mercados no va más allá de la punta de la nariz y pierde la brújula en condiciones de incertidumbre. 

La sensación de impotencia de los Estados, como de los organismos multilaterales, revela que las fuerzas que generan las tensiones no se somenten a las formas institucionales y actúan en los mercados y en las manifestaciones espontáneas de las calles.  

Ahora mismo, estos hechos generan una incertidumbre radical que intimida y paraliza también a muchos ciudadanos del primer mundo, mientras que otros resuelven rebatir las versiones oficiales de la verdad y rechazar su lenguaje de culpabilización o resignación que pretenden inculcarles : consideran que la democracia está confiscada y se indignan7 por todas partes. 

No cabe duda que en los Estados modernos, las funciones de justicia, policía y defensa están integradas en una validación social que en las últimas décadas involucraban una protección social. Se podía ver ahí una legitimación del Estado y del poder político que cesa si esos resultados cesan.

¿A la misma velocidad? Quizá, no. Pero a la velocidad que tome lo social –como reacción- nada deja creer tranquilamente que la reacción de indignados y perjudicados por la financiarización y la especulación financiera será puramente simbólica: bien vistas las cosas, acción y reacción tienen orígenes sociales ; y ya decía Marx que la lucha de clases la inicia la burguesía… 

Como los Estados han fallado frente a las solicitaciones de arbitraje que les presentaron los sindicatos, partidos de izquierda, etc. (aunque estos mismos presentaron la mayor parte de las veces reivindicaciones light) se despojaron de parte de sus tareas modernas en beneficio de una presunta virtud presupuestaria, hoy manifiestamente ilusoria, y considerada más bien como la virtud de un círculo vicioso. Quieran mentir o decir lo que creen, están pedaleando con una bicicleta a la que se le salió la cadena, y ya prontos a salir del drama para caer en el ridículo. 

Todo esto, cuando llegamos a ser 7 mil millones al mismo tiempo, en el mismo planeta, pone en cuestión el conjunto de formas con las que los humanos estamos viviendo y nos estamos organizando. Lo dicho, sin el deseo de deducir de ello que nos hallamos al borde de una catástrofe decisiva que por fortuna terminase con el capitalismo y sus injusticias y nos ofreciese un sistema mejor.  

Consultando a la historia, muchos nos convencemos de que a los sistemas se llega. Se llega existencialmente. Los sistemas no existen en la idea, lo que no impide que se formulen ideas que los sistemas que van a existir pondrán en práctica, junto a otras que no se les habrán ocurrido a nadie. 

¿La Unión Europea es un navío predestinado a hundirse por chocar contra el iceberg? El interrogante se vuelve, sobre todo para los europeos: ¿Bueno, qué es la Unión Europea, qué somos? 

El choque podría producirse antes de que la respuesta a esta pregunta sea reelaborada, en cuyo caso, posiblemente desaparezca. Otra forma de organización la reemplazará. La velocidad de los cálculos financieros y de las agencias de notación, etc. le imponen un stress innecesario mediante el ritmo vertiginoso de una supuesta necesidad imperiosa de decisiones sin debate democrático. 

Acostumbrados como estamos a que los especialistas nos presenten novedades que son las que hay que conocer –desde la meteo y los medicamentos hasta descubrimientos de momias y procesos geológicos, pasando por cómo van las chances del país, y por tanto el empleo, los ahorros y las próximas vacaciones- estuvimos aceptando las recetas de los gobernantes, que en general estuvieron de acuerdo entre ellos. 

Hay una parte de responsabilidad de la ciudadanía, de los hombres y mujeres que delegaron excesivamente su incumbencia en la vida, especialmente en la vida social, esto es en lo político. 

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Para elegir plantearse una pregunta 

Entre tanto, las interrelaciones estratégicas en este marco de incertidumbres que devastan a los mercados pero también a los pueblos, no se desembarazan, ostensiblemente de las condiciones neoliberales que nos trajeron hasta aquí.

China, por ejemplo, se comprometió con el FEEF, pero la contrapartida explícita es que se la considere economía de mercado. Por su parte, Cameron –recordamos que Gran Bretaña no está en la zona euro- ha irritado a los líderes de la zona y especialmente a Sarcozy, que lo trató de meterete.

Ahora bien, es indudable que, pase lo que pase en la zona euro, no es indistinto para Gran Bretaña, como no es indiferente para nadie. Y Cameron intervendrá sobre el tema en el G-20 del 4 de noviembre en Cannes. Pasará lo mismo con Obama. Ya todos sabemos que se reunirá por separado con Merkel y con Sarcozy. ¿Por qué por separado? ¿y por qué todos lo sabemos? No cabe duda que no sabemos todo lo que tendríamos que saber, pero sabemos todo lo que quieren que sepamos.  

Los BRIC. Los BRIC también se consideran condicionados o afectados por lo que pasa y pase en la Unión Europea y la zona euro. No es para menos: se presume que China puede ser la principal potencia al promediar el siglo, cuando India sea el país más poblado del mundo y Rusia aspira a volver al primer plano con una estrategia multipolar que incluye a Brasil como uno de los nuevos polos. Y además, los países emergentes –todos- quieren seguir emergiendo. La recesión internacional es un mal dato para todos. Y también para la ecología, que por el momento no gobierna en ningún país.  

A Mao Tse Tung se le ocurría decir cosas interesantes, a veces acertadas y a veces, no; pero cabe recordar «¿puede una cosa mala convertirse en buena?».   

Roberto Páez González – 31.10.11

Notas

1 Le Nasdaq a causa de su exposición en la quiebra de MF Global.

2 Le Monde se publica con la fecha del día siguiente, en este caso, martes 1 de noviembre.

3 Historiador y germanista, autor de L’Allemagne du XXIè siècle : une nouvelle nation ?

4 Un error de contabilidad rectificado, ¡de 55 mil millones de euros! deja esta deuda en 81,1%.

5 Noción de Ricardo, Marx.

6 Naomi Klein, The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism, 2007.

7 El abrazo inmediato al ¡Indignaos!, de Stéphane Frédéric Hessel,  ilustra que la pasión preexistía. 

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El avispero internacional

Por José Blanco

El avispero internacional se concentrará a principios de noviembre en Francia y reunirá al G-20, espacio en que entre las reales potencias y algunos de sus comparsas ahí presentes, ni remotamente podrán llegar a algún acuerdo significativo sobre la salida de la crisis mundial.

Se reúnen Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Unión Europea (en realidad estará presente la eurozona: Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, y Portugal), Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Corea del Sur, Turquía, Reino Unido y Estados Unidos. No estará presente la Unión Europea, como informan los diarios, sino la eurozona que son 17 países que hemos incluido como UE, y no 27, que son los que la conforman. Como usted advertirá se repiten tres países (Francia, Alemania, e Italia) porque se les incluye explícitamente en G-20 y no sólo subsumidos en el conjunto de la eurozona, porque ya eran parte del prominente G-7 (8). Hay aquí centros nucleares y países periféricos en grados distintos, respecto a los primeros. De acuerdo con esta contabilidad, el G-20 está compuesto por la representación de 34 países.

Hay en el mundo 243 entidades que se reclaman independientes, de las cuales 194 estados tienen reconocimiento internacional (193 son miembros de la ONU; ¡el Estado Vaticano es también miembro de la ONU! con la calidad de “observador”. De modo que existen 50 entidades con los más disímbolos estatus sociales y políticos, los que, en algunos casos, tienen el reconocimiento de unos algunos estados, y el resto no son reconocidos por nadie.

Es decir, 209 estados y entidades que flotan en el inexistente limbo, conforman la periferia de la periferia. La justicia del mundo.

Hubo un breve momento de la historia en que la geopolítica mundial se dividía en la Alianza Atlántica, su enemiga la URSS, y lo demás. Pero apenas ayer la URSS se pudrió, y hace rato la Alianza Atlántica parece haber empezado a fracturarse, porque la Unión Europea y Estados Unidos, dicen que acordarán “cómo van a salir de la crisis”, pero en realidad Alemania (en primerísimo lugar) y Francia (en segundo lugar), tienen el propósito de salir fortalecidas como países hegemónicos al interior de la UE y al propio tiempo (si la UE no se fractura), ganar un espacio de hegemonía mayor en Occidente. Sueños, probablemente.

Esto no termina aquí. Rusia ha propuesto a algunas potencias orientales conformar la alianza Eurasia, aunque se trata de un proyecto que aún suena a utopía.

De otra parte, la crisis económica comienza a provocar un giro en la hegemonía global. Por primera vez, Estados Unidos, Canadá y Europa generarán en 2011 menos de 50 por ciento del PIB mundial, mientras el resto de las naciones, encabezadas por China, producirán poco más de 50 por ciento.

Sin remedio el mundo vive de manera fluida una recomposición geopolítica sobre cuya prefiguración aún no puede decirse mucho. Una encuesta de la agencia Abt SRBI que publicó la revista Time, estimó que “cuatro de cada cinco encuestados opinan que Estados Unidos va mal encaminado, y 71 por ciento cree que la influencia del país en el mundo se desvanece”, y esta apreciación no parece alejada de la realidad.

Otro pequeño polo son los BRIC, incluidos en el G-20.

¿Alguien puede asegurar que existe un proyecto económico que satisfaga los apetitos políticos de todos cuantos se reunirán en el G-20? Porque el debate sigue siendo en términos económicos, pero el mar de fondo es, sin duda alguna, político. Los grandes intereses que mandan en el mundo no pueden preservarse sino bajo determinadas condiciones geopolíticas.

El avispero que se reunirá en Francia muy probablemente llegue a un acuerdo que se parezca mucho al parto de los montes.

Lo que comenzó con una creciente insaciabilidad de ganancias por la banca desregulada gringa, acabó por crear un ejército de ninjas (no income, no jobs, no assets), que a su vez pincharon la burbuja de productos financieros subprime. En ese momento las hipotecas basura no eran sino una línea de pólvora encendida, que pronto nos mostró que conducía a grandes barriles de dinamita. La crisis financiera se convirtió en económica, en crisis bancaria, en derrumbe del sistema Bretton Woods y por ahora vamos en la inimaginable e impagable deuda “soberana” de los países desarrollados.

El G-20 de 34 miembros, donde mandan seis o siete, dicen que nos dirán cómo saldremos de la crisis económica. Pero como los humanos ya se percataron que si la economía no sirve a la sociedad, la economía no sirve, han empezado masivamente a demostrarlo.

El parto del futuro no tan lejano es un cataclismo que las masas del mundo deben resolver, para crear un mundo que en las palabras de Vandana Shiva, la activista de India, consiste en sustituir el G-8 por el G-7000000000: la entera humanidad.

Noviembre próximo puede ser un punto de inflexión en la historia humana. Veamos si ha llegado el momento.

Fuente: La Jornada, 18.10.11

 

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Las profecías de Goldman & Sachs

Por Walter Goobar       

Culto al secreto. Además de Clarín, GS participó en otras aventuras mediáticas.
En el impersonal edificio ubicado en el número 85 de Broad Street de Nueva York, todavía reina el espíritu familiar que el inmigrante judío-alemán, Marcus Goldman y más tarde su yerno Samuel Sachs, imprimieron a la empresa fundada en 1869. Pero este exclusivo club de millonarios obsesionados con su propio secreto, no sólo pone y saca políticos según su conveniencia, sino que mueve las fichas en el tablero geopolítico internacional según su propio criterio de rentabilidad.
Una de sus inversiones más lucrativas está en la Casa Blanca y se llama Barack Hussein Obama. Otra de sus inversiones, menos rentable, es el 18% de las acciones que compró al Grupo Clarín hace más de una década y que, en parte, vendió tiempo después. “No existe nada parecido  a Goldman Sachs (GS) en Wall Street”, escribe su ex vicepresidenta, Lisa Endlich, quien publicó el libro Goldman Sachs: la cultura del éxito.
Hace más de 10 años, en la misma época en que invirtió en el Grupo Clarín, Goldman Sachs predecía que los países del Bric (Brasil, Rusia, India, China) alcanzarían a las 10 mayores economías mundiales, pero recién en 2040. A pesar de que el actual presidente de Goldman Sachs Asset Management, Jim O’Neill, fue quien acuñó el neologismo Bric, la predicción fue errónea porque en menos de una década la economía china ya ocupa el puesto  número dos, Brasil es número siete, India 10, e incluso Rusia se va aproximando a paso redoblado.
En la publicación electrónica Asia Times Online, el periodista Pepe Escobar señala que en términos de paridad de poder de compras, o PPP en inglés, las cosas se ven aún mejores para los Bric. Desde ese punto de vista, China está en segundo lugar, India es ahora cuarta, Rusia sexta y Brasil séptimo.
En ese sentido –razona Escobar–, no es sorprendente que Jim O’Neill, autor intelectual del acrónimo Bric y actual presidente de Goldman Sachs Asset Management, haya estado subrayando que “el mundo ya no depende del liderazgo de Estados Unidos y Europa”. Dentro de los próximos 30 años, los máximos cinco serán probablemente, según Goldman Sachs, China, Estados Unidos, India, Brasil y México. Si hay que creerle a GS, Europa está irremediablemente condenada a ocupar el lugar de furgón de cola de la futura economía planetaria.
No hay dudas  que una Europa que ahora está en una profunda crisis financiera estará “en decadencia” mientras siga inextricablemente entrelazada con “Occidente” y se siga ajustando  a los designios de Washington.
Escobar argumenta que Europa todavía tiene sus oportunidades no occidentales si se aparta de la economía de casino de Wall Street. En los hechos, la periferia sueña cada vez más con un protagonismo europeos, que brilla por su ausencia. La Primavera Árabe, por ejemplo, fijó su atención en las democracias parlamentarias al estilo europeo, no en un sistema presidencial estadounidense. Además, por ansiosa que esté desde el punto de vista financiero, Europa sigue siendo el mayor mercado del mundo. En una serie de campos tecnológicos, rivaliza ahora o sobrepasa a Estados Unidos, mientras las regresivas monarquías del Golfo Pérsico se dan el lujo de comprar euros (y bienes raíces de primera en París y Londres) para diversificar sus portafolios.
Decadencia o no, Escobar sugiere que Europa podría encontrar un nuevo período de vida marginando su atlantismo y apostando audazmente por un destino euro-asiático. Podría abrir sus sociedades, economías y culturas a China, India y Rusia, mientras empuja a Europa del sur a que se conecte de modo más profundo con una Turquía en ascenso, el resto de Medio Oriente, Latinoamérica y África. Sin embargo, es altamente improbable que esto ocurra con líderes como Merkel, Sarkozy, Cameron y Berlusconi.
Europa pregona un modelo de integración supranacional como medio de solucionar problemas y conflictos de Medio Oriente a África. Pero cualquier ciudadano  puede ver ahora la evidencia de una Unión Europea al borde de la ruptura en medio de interminables riñas inter-europeas que incluyen revueltas nacionales contra el euro, descontento por el papel de la Otan y un estilo de continua arrogancia cultural europea que la incapacita para reconocer los avances de otras sociedades.
Protestas y disturbios en Grecia, Italia, España, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Austria y Turquía fueron consecuencias directas de la recesión global. En Francia, un 13,5% de la población es ahora oficialmente pobre, es decir, vive con menos de 1.300 dólares al mes. Los indignados de Madrid sintetizaron el espíritu del momento: “No estamos contra el sistema, el sistema está contra nosotros”.
No es sencillo comprender los movimientos sociales que, bajo distintas formas, están produciéndose hoy en Europa, en España y en Grecia, pero también en Gran Bretaña se están gestando movimientos sociales de nuevo tipo que probablemente seguirán extendiéndose y que tienen muchos puntos en común con lo que presenciamos en las diversas crisis políticas latinoamericanas: en el caracazo, el zapatismo, el diciembre argentino, las luchas por el agua en Bolivia, etc. Son luchas que, a pesar de la distancia geográfica y cultural y de los distintos discursos políticos en que se traducen responden a una misma situación: el dominio tendencialmente absoluto del capital financiarizado sobre las economías de los distintos países y las vidas de sus habitantes. No es de extrañar, por lo tanto, que los aparatos de propaganda de las potencias que están envueltas en una parálisis política y económica a la vista de todo el mundo  hayan hecho hasta ahora todo lo posible por ocultar las conexiones efectivas entre los distintos polos de una enorme marea de resistencias que amenaza al sistema capitalista en su conjunto. En ese sentido, Goldman Sachs no es un mero espectador: el Grupo Clarín no es la primera aventura mediática de GS. El banco de inversiones jugó un papel clave en el escándalo que originó el derrumbe del imperio mediático del magnate británico Robert Maxwell, autor de un fabuloso desfalco a los fondos de pensiones de sus propios empleados. El capítulo más interesante del libro Goldman Sachs: la cultura del éxito, es justamente el que refiere las dudosas operaciones de GS como asesora financiera del fallecido magnate de la prensa británica. La autora del libro, Lisa Endlich quien entre 1985 y 1989 se desempeñó como vicepresidenta de GS  escribe: “Maxwell utilizó a GS para robar dinero de los fondos de pensiones de sus empresas, utilizando al banco de inversiones como intermediaria entre varias compañías controladas por él mismo, afirma Endlich. Con el diario del día después, la historia parece un calco de la ensayada –a mayor escala–, por Clarín con los fondos de las Afjp hasta su reestatización.
En noviembre de 1991, Robert Maxwell –el Héctor Magnetto de la prensa británica–, apareció ahogado en las Islas Canarias mientras navegaba en su yate. Sin embargo, otra característica particular de GS es su capacidad  para sobrevivir a sus clientes y a sus empleados caídos en desgracia.
 Fuente: Miradas al Sur, 02.10.11

Otras notas

  • Lo que tiene claro el Bric es que no quiere un mundo dominado por EE.UU. y  pretende retirar a la gente de la pobreza a través de programas como los que implementa Brasil. Estos países están creciendo desde sus clases medias, y esto hace que el modelo de desarrollo del Bric sea superior al modelo de desarrollo occidental.

  • El peligro más importante en estos días no es tanto Grecia, sino una bancarrota de bancos privados muy grandes, como el Société Générale de Francia, que perdió el 55 por ciento de su capitalización bursátil en los seis últimos meses”, dispara y sorprende el reconocido intelectual europeo Éric Toussaint, presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo y autor del reciente libro publicado en Argentina La crisis global. Además, el politólogo belga, figura central del movimiento Attac, siglas en francés de la Asociación por una Tasa para las Transacciones Financieras y

  • Desde hace muchos años vengo discutiendo con Immanuel Wallerstein y un grupo de compañeros sobre esta situación que preveíamos, basados no solamente en los ciclos largos de Kondratiev.  Con todo, tenemos que tener claro algunos puntos que aún resultan polémicos, incluso dentro de nuestro grupo de estudiosos del sistema mundial.  Es necesario destacar dos cosas.

  • Suele denominarse «efecto»  a las consecuencias de un acontecimiento sobre la realidad económica. El surgimiento de China, como un protagonista de primer orden en el sistema internacional, es un «acontecimiento» de vasto alcance. ¿Cuál es su «efecto»?

  • La cumbre de la Otan en Lisboa, del 19 de noviembre pasado, concluyó con un comunicado  repleto de buenas intenciones. Sin embargo, la reunión mostró que  el objetivo de  la Alianza Atlántica sigue siendo el de proceder con la reorganización de sus fuerzas nucleares. Un informe muestra que Estados Unidos mantiene armas nucleares en cuatro países europeos de la Otan –Italia, Bélgica, Alemania y Holanda, violando, de esta manera, el tratado de no Proliferación.

  • Al mismo tiempo que desde la portada de las ediciones de su diario se muestra como el abanderado del reclamo por mejoras en los haberes previsionales, el Grupo Clarín fue denunciado la semana pasada por una operatoria financiera que, de comprobarse su culpabilidad, significaría una estafa para los jubilados de 458 millones de pesos.
    La iniciativa judicial fue realizada por el titular de la Unidad de Información Financiera(UIF), José Sbatella, quien denunció al Grupo Clarín, al banco JP Morgan, a la consultora Consultatio y al Banco Patagonia por estafa y asociación ilícita.

 Fuente: Miradas al Sur, 02.10.11

 

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La importancia de la economía brasileña

 

Socio y vecino

Los economistas de AEDA proponen como imprescindible conocer más y mejor a

la economía brasileña para encarar la planificación del desarrollo de la Argentina.

Por Esteban Kiper y Cecilia Fernandez Bugna *

Brasil es una de las economías con mayor potencial de crecimiento en el mundo. La población supera los 180 millones de habitantes y dispone de amplios recursos agrícolas, energéticos y minerales. Es uno de los países con mayor potencial de crecimiento de la frontera agropecuaria, uno de los reservorios de agua potable más grandes del mundo, posee la mayor reserva forestal del planeta, dispone del 8 por ciento de las reservas de hierro globales al tiempo que, a partir de los descubrimientos de Petrobras en la plataforma marítima paulista, se ha convertido en el octavo país con mayores reservas de crudo.

Es la primera potencia económica e industrial de América Latina. Su PBI representa el 60 por ciento de la producción sudamericana y el 43 por ciento del PBI latinoamericano. A su vez, se destaca por la intensidad de su gasto en investigación científica y desarrollo tecnológico, que representa dos tercios del total del gasto en I+D latinoamericano. También por la cantidad de investigadores, que equivalen a la mitad del total de la región. Pero Brasil no se destaca solamente cuantitativamente por la escala de sus esfuerzos en ciencia y tecnología, sino también cualitativamente. Es el único país de la región que supera el 1 por ciento de su PIB en inversión en I+D, y es el país donde las empresas tienen la participación más amplia de la región en el financiamiento de la I+D (44 por ciento del total nacional). Se destaca también por el tamaño de su industria y por la mayor presencia de sectores intensivos en tecnología, como la aeronáutica o la producción de bienes de capital. Asimismo, sus principales empresas han seguido fuertes procesos de internacionalización, a través de inversiones directas en América Latina y el mundo, protagonizando el auge de las translatinas.

Brasil ya es una economía de desarrollo intermedio por su PBI per cápita, de 10.816 dólares anuales en 2010, y el mercado de consumo de masas más grande de Latinoamérica. Su macroeconomía se ha consolidado en los últimos años gracias a una fuerte reducción del endeudamiento público y externo y la acumulación de reservas internacionales. Fue uno de los países que más rápido y con mayor velocidad salieron de la crisis financiera internacional de 2008-2009, favoreciendo la rápida recuperación argentina.

Posee, además, un arraigado desarrollo institucional. El Banco Nacional de Desarrollo Económico es la entidad de ese tipo más importante de la región. El Bndes realizó desembolsos por 168.000 millones de reales en 2010, que representaron el 25 por ciento de la inversión brasileña. Al margen de los montos que maneja el Bndes, la estructura institucional y el conocimiento acumulado lo convierten en una institución de referencia en cuanto a financiamiento del desarrollo para toda la región. Otras instituciones con historia y gran relevancia son la petrolera estatal (con participación privada) Petrobras, la fabricante de aviones Embraer (también mixta), líder en el mercado mundial de aviones de hasta 100 pasajeros.

En materia de relaciones comerciales, la relevancia de Brasil para la economía argentina es evidente. Es el principal destino de nuestras exportaciones (21,2 por ciento del total en 2010), el principal proveedor de importaciones (31,3 por ciento del total ese mismo año) y el país con el que mayor déficit comercial tiene la Argentina (3200 millones de dólares en 2010). Brasil es también el principal destino de las exportaciones argentinas de mayor sofisticación: cerca del 40 por ciento de las exportaciones de manufacturas industriales argentinas tienen por destino Brasil. Por su parte, el turismo brasileño representa el 40 por ciento del extranjero en la Argentina. Desde el ángulo opuesto, Argentina es uno de los principales socios comerciales de Brasil. Es el tercer destino de exportaciones y el tercer origen de importaciones (9,2 y 7,9 por ciento del total, respectivamente en 2010, detrás de EE.UU. y China).

Las relaciones económicas entre ambos países también se observan por la fuerte presencia de empresas brasileñas operando en Argentina en sectores estratégicos. En el sector energético, Petrobras; en materiales para la construcción, Camargo Correa; en Alimentos y Bebidas, AmBev, Friboi, Brahma y Ceval; en el área financiera, el Banco Itaú; en petroquímicos, la Compañía Mega; en industrias básicas del hierro y el acero, Belgo Minera. También existen intereses complementarios en los foros internacionales de negociación, como el G-20 y la OMC. Argentina acompañó a Brasil, que actúa como parte del grupo BRIC en el G-20, impulsando posiciones más favorables para el mundo emergente en general y para América Latina en particular. Se destacó en este ámbito la proposición conjunta de incorporar a la OIT al G-20, y la consideración en la declaración de Londres de la defensa del trabajo digno. Asimismo se coordinaron intervenciones en relación con el avance de la ronda de Doha en la OMC.

Las perspectivas para los próximos años son muy auspiciosas, de la mano de las gigantes inversiones en infraestructura necesarias para explotar las reservas de petróleo submarinas, para organizar el Mundial de Fútbol 2014 y las Olimpíadas 2016, así como los gastos pautados en el Programa de Aceleración del Crecimiento II. Este racconto evidencia que para vislumbrar el devenir de los ciclos macroeconómicos argentinos, la inserción exportadora, la transnacionalización de las empresas líderes, el funcionamiento de sectores estratégicos, el desarrollo institucional, la especialización y el perfil tecnológico, la apuesta geopolítica, es imprescindible conocer más y mejor a nuestro mayor socio y vecino

* Economistas. Observatorio de la Economía de Brasil de AEDA.

Fuente: Página 12, Cash, 18.07.11

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Impulsar la producción

Por Sebastián Premici

El Grupo de los 20 (G-20) acordó que la manera de evitar la especulación financiera alrededor del precio internacional de los commodities agropecuarios es con una mayor producción y no fijando precios de referencia. Así quedó establecido en el documento que firmaron ayer los ministros de Agricultura de los distintos países reunidos en la ciudad de París (Francia). La postura que finalmente prevaleció fue establecida por la Argentina, en conjunto con las naciones que integran el BRIC (Brasil, Rusia, India, y China), mientras que la regulación sobre los precios fue una bandera enarbolada por Europa. En este contexto, Julián Domínguez, titular de la cartera de Agricultura, se comprometió a llevar la producción granaria a las 160 millones de toneladas dentro de los próximos diez años.

A su vez, el funcionario defendió desde el país galo la ley que busca regular la tenencia de la tierra en manos extranjeras, al definirla como “un instrumento que nos aleja de la especulación de los mercados financieros que nada tienen que ver con el sector agropecuario”. “La causa del hambre en el mundo no es la volatilidad de precios, sino la pobreza y la injusta distribución de la riqueza. En la próxima década vamos a incrementar nuestra producción de manera sustentable, equilibrada y resguardando la biodiversidad”, manifestó Domínguez.

Las jornadas del G-20, que reúne a los países desarrollados y emergentes, fueron inauguradas el miércoles por el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy. En su discurso, indicó que “un mercado que no está regulado no es un mercado, sino una lotería en la que la fortuna sonríe a los más cínicos”. Con esta frase, con cierto tono intervencionista poco frecuente, el funcionario galo apuntó a establecer precios máximos para los granos.

Esta misma postura fue defendida ayer por Gran Bretaña. En este sentido, su ministra de Agricultura, Caroline Spelman, propuso incorporar en el texto final que las causas de la volatilidad de los precios internacionales de los commodities están relacionadas con “las restricciones a las exportaciones”. Obviamente, Argentina se opuso a esta definición, ya que podrían quedar encuadrados los derechos de exportación (retenciones), instrumento central en la política económica del país que contribuye a sostener el superávit fiscal.

Según señaló Domínguez, el ministro de Agricultura de Francia, Bruno Le Maire, logró alinear a los países desarrollados para “no objetar las restricciones a las exportaciones agrícolas”. Si bien prevaleció la postura de Argentina y los países emergentes, todavía queda pendiente el capítulo dedicado a los subsidios que aplica Europa a sus productores, situación que entorpece el ingreso de las materias primas de los países en desarrollo. Además, éste es uno de los temas neurálgicos en la negociación entre el Mercosur y la Unión Europea.

El acuerdo final tuvo varios puntos centrales. Por un lado, todos los países se comprometieron a impulsar una mayor producción y mejorar la productividad de la tierra. Además, apuntaron a crear una “mayor transparencia en los mercados físicos”. Esto debería suponer también una mejor regulación de los mercados financieros, muy ligados hoy en día con los agrícolas. Se creará un Consejo de Seguridad Agrícola, que actuará cuando, por ejemplo, un país decida bloquear unilateralmente sus exportaciones. Esta situación ocurrió recientemente, cuando Rusia frenó sus exportaciones producto de una sequía, lo que impulsó un aumento del precio del trigo.

Fuente: Página 12, 24.06.11

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¿Balcanización de Libia y/o guerra subrepticia contra India y China?

Por Alfredo Jalife-Rahme

A exactamente una semana de la catástrofe nuclear de Japón –una de cuyas consecuencias será el auge del gas– se inició la guerra contra Libia.

A sólo tres días de haber empezado, la polémica intervención militar en el avispero libio –encabezada por Francia y apuntalada en la retaguardia principalmente por Estados Unidos (EU) y Gran Bretaña (GB)– se ha empantanado y ha dividido (Le Monde, 22/3/11) a la mal llamada comunidad internacional (¡supersic!): un concepto muy debatible, aunque muy abusado por la publicidad bélica, que refleja el caduco orden unipolar y no se ajusta aún a la nueva realidad multipolar cuando el BRIC (acrónimo de Brasil, Rusia, India y China) comienza a protestar ruidosamente su oposición después de haberse abstenido en la aprobación de la resolución 1973 que constituye un genuino lecho de Procusto para perpetrar las peores atrocidades contra los civiles malos.

De forma espeluznante, la guerra contra Libia y su dizque protección humanitaria no cuenta con mando ni control (BBC, 22/3/11). Peor aún: según TNYT (22/3/11) no queda claro qué sigue (¡supersic!) cuando se avecina una parálisis, ya que los rebeldes no supieron capitalizar el apoyo y fracasaron en recapturar Ajdabiya. So beautiful!

Sin contar la sensata reticencia de Alemania ni la hostilidad de la Unión Africana (que aglutina a 53 países, entre ellos alrededor de 11 naciones árabes, dependiendo de cómo se contabilicen) ni la incomodidad de varios países de Latinoamérica, ¿cómo se puede perorar sobre el apoyo de la comunidad internacional, con una abstención de la población de más de 40 por ciento del planeta, específicamente del BRIC?

Hasta ahora la operación Odisea en el Amanecer –un reflejo condicionado neocolonial de control global que va por la yugular del petróleo libio en Cirenaica (ver Bajo la Lupa, 20/3/11)– impidió el asalto final de las tribus del coronel Kadafi (que dominan la región de Tripolitania, desde su capital Trípoli, que concentra 60 por ciento de la población) en contra de sus tribus rivales de Bengasi (capital de la provincia de Cirenaica, que aglomera 30 por ciento); el otro 10 por ciento está disperso en la tercera provincia sureña desértica de Fezzan.

Recomiendo el estupendo artículo de Praveen Swami en The Daily Telegraph (21/3/11), sobre los negocios tribales nada triviales en Libia.

La televisora de Qatar –miembro de las seis petromonarquías del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y uno de los 22 países árabes más involucrados en la operación bélica–, Al Jazeera (22/3/11), reconoce la crítica internacional con India sumándose a China en un llamado público para cesar los bombardeos.

Racip Tayyip Erdogan, primer ministro de Turquía (miembro relevante de la OTAN), manifestó que su país nunca apuntará con una pistola al pueblo libio, por lo que ha bloqueado la zona de exclusión aérea por la OTAN.

Una cosa es una zona de exclusión aérea y otra es asesinar con misiles Tomahawk a civiles malos (las tribus del coronel Kadafi) para beneficiar a las tribus buenas (sus opositores de Bengasi y, por extensión, de Cirenaica, donde se encuentran las mayores reservas de hidrocarburos: por eso son buenos).

Los misiles Tomahawk han despertado los fantasmas de dos guerras que todavía no concluyen en Irak y Afganistán.

Jiang Yu, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, declaró su oposición al uso gratuito (sic) de fuerza armada que lleva a más daños civiles y desastres humanitarios. ¿Pues no fue diseñada selectivamente la operación Odisea en el Amanecer como ayuda humanitaria específica para los contestatarios de Bengasi, los civiles buenos, pero no para los civiles malos de Bahrein y Yemen?

La crítica de India –que sin mucho ruido se ha acercado a Irán después de la intervención militar a Bahrein por Arabia Saudita (como cabeza del CCG)– ha sido severa.

Pranab Mukherjee, influyente ministro de Finanzas de India, sentenció ante el Parlamento que ninguna potencia exterior debe interferir en Libia: Nadie, ni siquiera un par (¡supersic!) de países, puede tomar tal decisión para cambiar un régimen en particular.

La cancillería brasileña –como cortesía, horas después de la salida de Obama– se pronunció por un cese al fuego en Libia para proteger a los civiles y abrir el camino para el diálogo entre el régimen de Kadafi y sus opositores (Reuters, 22/3/11).

El ex diplomático indio MK Bhadrakumar pone en relieve la postura del primer ministro ruso Vladimir Putin, quien fustigó que la resolución 1973 es deficiente y errónea (sic), permite todo (sic) y es reminiscente de un llamado medieval a las cruzadas.

Putin juzga correctamente que se trata de una tendencia estable (sic) de la política de EU en los Balcanes (con Clinton) y en Afganistán (con Bush) y ahora es el turno de Libia con el pretexto de proteger a los civiles. Le faltó a Vladimir Putin agregar a Irak (dos veces con el padre y el hijo Bush).

Nada descabellado, el temor ruso yace en que la balcanización de Libia desencadene la desintegración de África.

Un grupo de congresistas del Partido Demócrata (entre 10 y 15) se ha rebelado contra su presidente Obama (por añadidura, premio Nobel de la Paz), quien optó por la guerra en un tercer país islámico (en realidad es el quinto, si se suman las guerras furtivas en Pakistán y Yemen) sin haber tenido la aprobación del Congreso: “Consultaron a la Liga Árabe. Consultaron a la ONU. No consultaron al Congreso de EU. (…) Han creado estragos (…), no con sus botas en el terreno, sino con sus Tomahawk en el aire” (Common Dreams y Politico, 20/3/11).

Nueve congresistas encabezados por Dennis Kucinich proponen la defenestración (el ominoso impeachment) de Obama.

Las preguntas feroces vuelan: ¿De qué lado estamos? Esto parece más una guerra civil que algún género de revolución. ¿A quiénes protegemos? ¿Estamos con los que supuestamente están contra Kadafi? ¿Piensan que tiene bastante gente con él? ¿Si es depuesto, con quién trataremos?

Sí que son ingenuos estos ilustres congresistas de EU que no entienden, a menos que sean óptimos simuladores, que su país (al unísono de Francia y GB) quizá aproveche la segunda revuelta árabe para redireccionar sus intereses y así balcanizar a los países de noráfrica –por extensión a toda África y el Medio Oriente (v.gr Irán)– y despojar a China e India de su precario abastecimiento petrolero.

Un funcionario anónimo del Ministerio de Comercio de China declaró que las inversiones en Libia son improbables en el corto plazo. El comercio bilateral, los tratos de construcción y las inversiones serán seriamente (sic) impactadas. Las empresas chinas que deseen expandir sus operaciones en África deberán ajustar mecanismos de alerta temprana para reducir los riesgos y deben estar conscientes de la inestabilidad política (China Daily, 22/3/11)

Después de la balcanización de Sudán, amputado en el sur (pletórico en petróleo), ¿se intensifica en Libia la guerra subrepticia de Occidente (sin Alemania) contra China e India por el control de las materias primas de África y el Medio Oriente, en particular por el oro negro del que son vitalmente tan dependientes?

Fuente: La Jornada, 23.03.11

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Entrevista con Luiz Inacio Lula da Silva, Presidente de Brasil

“Sueño con una América Latina más fuerte”. Asegura que se puede gobernar sin reunirse con dueños de medios de comunicación. “Soy un hombre de izquierda, de convicciones, de principios…”

En la imagen, Lula acompaña a Dilma Rousseff durante un acto de campaña realizado este sábado en Sao Paulo. Sobre la candidata por el Partido de los Trabajadores, el presidente brasileño dijo: “Un gobierno no puede querer hacer 500 cosas (…) Ella (Rousseff) tiene que definir correctamente cuáles son sus prioridades y lanzarse a ello, porque si intenta hacer 500 cosas, no lo conseguirá” Foto Ap

Brasilia. –Señor Presidente, ¿es golpista la elite política de su país y en particular la poderosa elite periodística de Brasil, como insinúan algunos medios que usted ha llegado a acusar?

–Para que un golpe de Estado fraguado desde el exterior tenga éxito –responde– necesita apoyo interno, apoyo que sólo elites políticas nefastas (que toda nación latinoamericana tiene en su seno) pueden dar. Pero hay que diferenciar: dentro de la elite existen varios sectores: uno se encuentra también con empresarios de alta calidad, empresarios con una fuerte visión nacional y desarrollista. Pero cuando yo digo elite política, me estoy refiriendo a aquellos que deciden el destino del país.

Y Lula rememora los momentos en que esos grupos pusieron en jaque a la gran nación brasileña, orillando al suicidio a un primer mandatario, el presidente Getulio Vargas (1954); acosando, casi hasta el derrocamiento, al gobierno de Juscelino Kubitschek (1956-61), y deponiendo a su sucesor Joao Goulart mediante un golpe militar (1964).

Lula es cauto, pero tras los enfrentamientos recientes que ha tenido con los medios, acaba hablando claro:

“Esa misma elite –amplía el presidente brasileño– es la elite de hoy, con sus herederos directos que obtuvieron no solamente el patrimonio (material), sino a veces, también, el mismo comportamiento y conciencia política” de sus antecesores.

Cuando Lula alcanzó la presidencia, esos mismos grupos esperaron su fracaso: apostaron a “que la izquierda y su obrero metalúrgico iban a sucumbir por su incapacidad para gobernar el país. Pero hemos podido demostrar –dice satisfecho– que se puede gobernar sin almorzar, comer o desayunar con los dueños de los medios de comunicación”, dice contundente. “Entiendo y respeto el rol de ellos. Espero que ellos entiendan y respeten el mío”.

Sin embargo, en los momentos actuales no puede decirse que el presidente tenga espacios seguros en los diarios, ni tiempos frecuentes en la televisión. Es raro encontrar elogios para él, aunque tampoco lo atacan en demasía, salvo en ocasiones especiales en que el golpeteo deriva en campaña feroz de desinformación en su contra.

No, al presidente de Brasil la elite en el poder de los grandes medios simplemente lo ignora. Y con ignorarlo a él, han olvidado o dejado de lado a grandes sectores de hombres y mujeres trabajadores como los “Sin Tierra”, del movimiento social-agrario más grande de América Latina, con alrededor de un millón y medio de campesinos sin tierra organizados que no han sido debida y oportunamente atendidos por el gobierno de Lula, a pesar de que, en su momento, le dieron su apoyo electoral.

–¿No se habrá corrido demasiado al centro?, sospechan algunos.

–Yo me considero un hombre de izquierda y los resultados de las políticas que implementamos son todo lo que la izquierda soñaba que se hiciera– sostiene.

“Nunca me gustó rotularme pero –insiste– sigo siendo de izquierda. Soy un hombre de convicciones, de principios” –ha dicho en reiteradas ocasiones–: “Sé de dónde vengo, quiénes son los amigos verdaderos, quiénes los ocasionales, a dónde voy y a dónde voy a volver”.

Si por los medios de comunicación fuera, nadie tampoco en Brasil se habría enterado de que en los últimos ocho años, el gobierno que él encabeza ha sacado de la miseria absoluta a 27 millones de personas; ni que, simultáneamente, ha elevado a la clase media a 36 millones de brasileños pobres, ni que ha creado, en sus dos mandatos de cuatro años –cada uno–, 15 millones de empleos. No es poca cosa y, sin embargo, nadie de la “gran prensa” lo “cacarea”.

Quizás lo que produce mayor frustración entre sus detractores es que estaban seguros que un hombre que venía de la izquierda y del sindicalismo no iba a saber conducirse “democráticamente”.

“La democracia, para mí, no es media palabra”, ataja de inmediato… “La democracia, para mí, es una palabra entera, sólo que algunos entienden por democracia apenas el derecho del pueblo a gritar que tiene hambre, y yo entiendo por democracia no el derecho de gritar sino el derecho de comer. Esa es la diferencia fundamental”, remarca. “Democracia para mí es permitir el derecho a la conquista y no permitir sólo el derecho a la protesta.”

Luiz Inacio da Silva –“Lula” para todo el mundo–, el humilde obrero que no habla más idioma que su portugués materno; que no fue nunca a una universidad –“no hay universidad, además, que enseñe a gobernar”–, ha creado, sin embargo, en el tiempo que lleva en el poder, 12 nuevas universidades y 105 extensiones universitarias para 545 mil nuevos alumnos, 40 por ciento de ellos negros (pobres de las periferias citadinas). Y gobierna, sin más crédito que el que le dio su pueblo, el país más grande y más poblado (191.5 millones de habitantes) de América Latina, donde lleva adelante la mayor acción social y educativa de que se tenga memoria en el sur del continente.

De acuerdo con encuestas nacionales y extranjeras, a estas alturas y tras ocho años al frente de la nación, el presidente Lula tiene una aceptación ciudadana de más de 80 por ciento. Ningún político en el mundo “democrático” y en medio de la crisis global, cuenta con un reconocimiento siquiera cercano, que a unas horas de las elecciones presidenciales en este su país, ha hecho prácticamente invencible a su ungida candidata Dilma Rousseff, quien puede ganar en una primera vuelta comicial.

A él le costó 12 años y tres elecciones fallidas llegar a la victoria. Cada derrota no traía amargura, pero sí un gran sufrimiento, al que se sobreponía no sin cierta dificultad: “Yo perdía en noviembre y ya en enero estaba de nuevo al frente de mi tropa para levantarle el ánimo y volver a recorrer con ella el país”, ha dicho el presidente. “Teníamos que luchar y perseverar. Fue la perseverancia la que me trajo hasta donde he llegado”. La sola evocación de aquellos días trae un brillo a sus ojos.

“Hoy pienso –creo– que ahí intervino el dedo de Dios… Sí, fue seguramente el dedo de Dios el que evitó el triunfo a nuestro favor en las tres elecciones, porque no deberíamos haberlas ganado”.

–¿Por qué?

–Porque nosotros éramos muy radicales en ese entonces. Si yo hubiera ganado, con el discurso tan duro como el que tenía, no habría durado ni seis meses en el poder. “Sí, sí –dice en entrevista de hace unos meses con el Canal Encuentro de la televisión argentina–: fue el dedo de Dios el que nos salvó y salvó al país, porque para llegar a ser presidente tiene que haber en el individuo una evolución de la conciencia política”, subraya. “Ya estaba destinado que yo llegara al gobierno de mi país, más fortalecido y con más conocimientos y sabiduría, aunque fuera después de 12 años de intentos”, dice a manera de consolación. Y también, diríamos nosotros, con muchas lágrimas (aunque de júbilo), porque, ¡ah, cómo lloró! aquella noche de su primer triunfo (27 de octubre de 2002), en medio de ese salón cercano a la avenida Paulista, al que acudieron políticos de la nueva y vieja guardia; sindicalistas, artistas, dirigentes y militantes de partidos de todo el continente, para celebrar la victoria largamente anhelada por ese hombre que, luego de pronunciar un brillante discurso, quedó mudo y, sin rubor alguno, enjugaba sus lágrimas.

Para algunos –sobre todo para la tropa periodística que lo acompañaba de costumbre– no era extraño ver llorar en público al nuevo líder de “tamaño” país. “Lula es extremadamente sensible. Es un llorón natural”, explicaba un viejo conocido. “¡Pero no un cagón!”, aclaraba iracundo, por si había malos entendidos, uno de sus múltiples seguidores.

Hoy, ese hombre que todavía al inicio de los años 80 del siglo pasado detestaba la política y que no se interesaba por otra cosa que no fuera su sindicato o, ya con mucho, por la política sindical, se codea con las más importantes figuras de la escena política internacional de su tiempo, como Fidel Castro, quien, dice, le enseñó a convertir un fracaso en una victoria; o los líderes de Rusia, India y China, con quienes ha formado el BRIC, para llevar adelante una política “multipolar”. Son ampliamente conocidos y reconocidos sus esfuerzos en favor de un nuevo orden mundial, tanto en lo geopolítico como en lo económico.

Pese a ello, dice llevar una buena relación con Barack Obama (quien se refiere a él como “un buen tipo”).

Antes lo hizo con George Bush (hijo), “un hombre que se la pasaba hablándome de Irak todo el tiempo” y de la guerra que libraba con ese país. “Pero yo no tengo nada contra Irak, señor presidente”, le había dicho. “Mi única guerra es contra el hambre.”

Brasil es, con Lula, muy popular en el mundo árabe e islámico. Se habla de un BIT, la alianza mediante la declaración de Teherán con Turquía e Irán. En esta nación existe una política bien diseñada hacia África, donde Lula ha abierto más de 30 embajadas (México tiene tres), y, en particular, con las antiguas colonias portuguesas, con las que ha entablado excelentes relaciones económicas. Los primeros socios económicos de Brasil son hoy (en orden descendente) China, la Unión Europea y Estados Unidos. Con China, Lula practica una complementariedad geoeconómica. Se calcula que Pekín invertirá en Brasil, durante el próximo cuatrienio, 40 mil millones de dólares por año.

En un reciente artículo publicado en Le Monde, el canciller Celso Amorim se refirió a los grandes ejes de la política brasileña: la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la multipolaridad, el BRIC, el derecho a usar en forma pacífica la energía nuclear, etcétera.

En los hechos, Lula inicia la restatización de Petrobras y la creación de una “supraempresa” llamada Petrosal, de propiedad estatal.

El Lula temeroso de los comienzos de sus gobiernos da paso naturalmente a un Lula exultante por tantos éxitos.

A continuación, la versión completa de la entrevista que el presidente Lula concedió a La Jornada, al periódico electrónico de Brasil Carta Maior y al diario argentino Página 12, en el Palacio de Planalto, sede del gobierno brasileño, en la ciudad de Brasilia, pocas horas antes de la asonada policial que intentó deponer al presidente constitucional de Ecuador, Rafael Correa.

“En la presidencia se aprende primero a gobernar”

–¿Qué diferencia hay con el Lula de 2003 y su relación con el Lula de 2010? ¿Qué le ha enseñado, qué ha aprendido, cómo se ha transformado, en qué ha cambiado con el ejercicio de la presidencia?

–Pienso que en la presidencia se aprende primero a gobernar. Cuando se llega a la presidencia de la república, uno se encuentra con la convivencia de muchos años de oposición, en la cual uno va a un debate, a una reunión y dice a sus interlocutores “yo pienso, yo considero, yo creo”. Cuando se está en el gobierno, ya no se piensa, no se considera, no se cree; se hace o no se hace. Y el gobierno es una eterna toma de posición. Se aprende a tener más tolerancia y se aprende a consolidar la práctica democrática, porque la convivencia política en la adversidad es una estupenda enseñanza para quien cree en la democracia como un valor inconmensurable en el arte de hacer política. Y eso se aprende solamente ejercitándolo todo el santo día. No creo que haya una universidad capaz de enseñar a alguien a hacer política, a tomar decisiones. Uno puede teorizar, pero entre la teoría y la práctica hay una gran diferencia en el día a día. Pienso que eso es lo aprendido. Por ejemplo, mi segundo mandato, todo el mundo sabe que yo tenía miedo del segundo mandato. Tenía miedo del agotamiento, tenía miedo del aburrimiento, tenía miedo de volver a repetir lo mismo.

“Cuando creamos el PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento), en verdad hicimos un transplante de todos los órganos vitales del gobierno, e hicimos un nuevo gobierno, mucho más productivo, mucho más eficaz, mucho más activo, y hay cosas que están pasando. Pienso que eso, para mí, fue un aprendizaje estupendo… Necesito continuar aprendiendo porque pasar por la presidencia, enfrentar las adversidades que enfrentamos, y llegar al final del mandato en la situación en la que estamos llegando, creo que el ejercicio de la democracia fue intensamente practicado. Fueron 72 conferencias nacionales sobre todos los temas, desde la seguridad pública a la comunicación, desde la ‘portación de deficiencia’ al GLBT (gays, lesbianas, bisexuales y transgénero), y todas las políticas resueltas por nosotros fueron resultado de esas conferencias. El pueblo participó activamente en las decisiones y en las políticas públicas del gobierno. Entonces, ese es el cambio fundamental… Y aprendimos a gastar, y aprendimos a realizar obras, a invertir.

“Y la revolución que hay en Brasil, el día en que la prensa brasileña resuelva divulgarla, el pueblo se va a dar cuenta por qué cuando hay encuestas el gobierno aparece con 80 por ciento de aprobación. No es Lula, es el gobierno el que aparece con 80 por ciento de aprobación en el octavo año de mandato.

“¿Cuál es el fenómeno? Porque no depende de la prensa. Si dependiese de la prensa, yo tendría 10, menos 10. Estaría debiendo puntos. O sea, ¿qué fenómeno es éste? El fenómeno es que las cosas llegan a las manos del pueblo. El pueblo está recibiendo los beneficios, el pueblo está viendo que las cosas se llevan a cabo… Creo que ese fue el cambio más grande que he visto del 2003 al 2010.”

–Usted acaba de mencionar algo muy interesante para los mexicanos. “Hicimos cosas que algún día la prensa va a divulgar”. ¿No fue divulgado por el gobierno?

“En Brasil hay un debate muy interesante. He notado que no es un debate sólo en Brasil. Existe el mismo debate en Argentina y otros países de América Latina. Hasta Obama, cuando tomó posesión, dijo que Fox (News) no era un medio de comunicación, era un partido político. Bueno, yo converso con muchos dirigentes del mundo entero. Todo el mundo reclama. Yo no reclamo demasiado a la prensa porque creo que llegué a donde llegué por la prensa: contribuyó mucho para que yo llegase a donde estoy. Por tanto, soy un defensor de la libertad de expresión y la democracia. Ahora, hay gente que confunde la democracia, la libertad de comunicación, con actitudes extemporáneas. No sé si es algo mundial que no hay noticias buenas, que no venden diarios: tal vez lo que hace que se vendan diarios es el escándalo…

“Yo nunca… yo voy a terminar mi mandato sin haber comido con el dueño de un diario, el dueño de una televisora, el dueño de una revista, durante mi mandato. Mantuve con ellos una relación democrática, respetuosa, entendiendo su papel y buscando que entiendan mi papel. Creo que muchas veces el pueblo conoce las cosas buenas que suceden en este país porque las divulgamos, en publicidades de gobierno, y las divulga Internet, las divulga el blog, las divulga el blog de Planalto; pero a veces, si dependiese de determinados medios de comunicación, simplemente no hablarían sobre eso. Algunos hasta dicen ‘mira, a nosotros no nos interesa hacer esta cobertura oficial, la inauguración de las cosas’. No tienen interés. Puede ser verdad…

“Yo pienso que si el pueblo estuviese mejor informado, sabría más cosas y podría tener un mejor juicio. Entonces, para mí, el arte de la democracia es ése: que las personas tengan seguridad de la calidad de la información, de la rectitud de la información, de la neutralidad de la información. El asunto es que muchas veces, quien ha acompañado a la política brasileña va a percibir que era mucho más fácil que algunos medios de comunicación asumiesen, categóricamente, su compromiso partidario. Ahí la gente sabría quién es quién, pero no funciona así en Brasil. Parece todo independiente, pero basta leer los titulares para ver que la independencia termina donde comienza (la declaración).

“Bueno, es un proceso de aprendizaje, tenemos muy poco tiempo de democracia… estamos viviendo el mayor período de democracia continua en Brasil, a partir de 1988, de la Constitución, a partir de la elección del presidente (José) Sarney. Son veinte y pocos años; por lo tanto, es una democracia muy incipiente, que está muy fortalecida y con instituciones sólidas. Aquí, tuvimos un impeachment y no sucedió nada. Aquí se eligió a un metalúrgico y estamos viendo un avance general en América Latina, creo que eso va consolidando a la democracia, independientemente de los nostálgicos que siempre decían que un metalúrgico no podía llegar a la cima, que un indio no podía llegar a la cima, que un negro no podría llegar a la cima… que una mujer no podría llegar a la cima.

“Estamos rompiendo esos tabúes y estamos demostrando… creo que es eso lo que debía ser valorado: la izquierda en América Latina optó por la democracia, y está llegando al poder en varios países por la vía de la democracia. Y quien da golpes no es la izquierda. No fue nadie de la izquierda que dio el golpe en Honduras. Entonces, la gente necesita saber que si la información fluyera correctamente, esto facilitaría la vida de la gente en la toma de decisiones.

“Pienso que en Brasil vamos aprendiendo, y vamos construyendo nuestra democracia y, sinceramente, soy un hombre que no tiene derecho a reclamar, porque voy a terminar mi mandato con la mayor aprobación con la que haya terminado un gobierno. Hay gente que no comienza con lo que voy a terminar. Entonces, tengo que agradecer al pueblo brasileño, agradecer a la democracia brasileña y, por qué no decirlo, a la prensa, porque su comportamiento, a favor o en contra, fue formando un juicio de valor. Sostengo algo que vale tanto para la prensa como para el comportamiento cotidiano: si se está, todos los días, en favor del gobierno, se pierde credibilidad. Pero si todos los días se está en contra, también se pierde credibilidad. Los dos extremos, cuando se tocan, dan como resultado una estupidez. Entonces, hay que hablar de las cosas buenas del gobierno cuando pasan, para tener credibilidad cuando se habla de las cosas malas que pasan y tener la misma credibilidad. Creo que eso es lo que permite el desarrollo y la consolidación de la libertad de comunicación en el país. Es el compromiso con la verdad, solamente la verdad y nada más que la verdad, le duela a quien le duela.”

Lula insiste en los resultados de sus ocho años de gobierno en materia de empleo, pobreza y destaca que al mismo tiempo se crearon varios programas “para atender a la parte más pobre de la población; programas simples, pero programas objetivos, como el programa Bolsa Familia, como el programa Luz para Todos, como el programa PPA, que es un programa de compra de alimentos, un programa para la agricultura familiar.

“Esas son decisiones de políticas públicas que no estaban previstas en el escenario político nacional. Creo que el pueblo brasileño vive hoy más feliz, vive mejor y tenemos que ser concientes de que aún falta mucho por hacer en Brasil. Espero que la compañera Dilma (Rousseff) pueda, en los próximos tiempos, concluir el trabajo que comenzamos y que probamos era posible hacer en Brasil, y que hicimos con mucha fuerza y, diría, con mucha eficacia.

“No quiero ser presumido, pero creo que hicimos, desde el punto de vista de la política social, una revolución en Brasil, que aún no ha terminado… porque no se consigue desmontar todo el aparato de exclusión de 500 años en ocho años. Pero tenemos una base extraordinaria, y creo que esa experiencia debe ser conocida en otros países.

“Porque algunas cosas son sagradas para nosotros. Se puede combinar crecimiento económico con baja inflación. En Brasil parecía imposible que eso sucediera. Se puede combinar aumento real de salarios y mantener la inflación controlada, eso parecía imposible en Brasil. Mantener una política de exportación creciente y, al mismo tiempo, una política de fortalecimiento del mercado interno brasileño, ¡eso era imposible que sucediera!

“Todas esas cosas, todas esas cosas demuestran un grado de estabilidad en las políticas que logramos que se mantuviera más de cuatro o más de ocho años consecutivos; ciertamente, dentro de poco tiempo seremos la quinta economía del mundo, porque las condiciones están dadas. Creo que todo eso fue realizado a partir de la relación que establecimos con la sociedad. Me preocupaba, antes de ser presidente, definir cuál sería la relación del Estado con la sociedad y cuál sería la relación del gobierno con la sociedad. Nos llevó algún tiempo para que el segmento más pobre de la población, los trabajadores organizados, pudieran verme, en el ejercicio de la presidencia, como uno de ellos. Hoy, millones de brasileños cuando me ven, me ven como uno de ellos que llegó aquí, y eso dio más credibilidad y más posibilidades de hacer cosas, y también más irritación a nuestros adversarios.

“Como nuestros adversarios están fragilizados en sus partidos, utilizan algunos medios de comunicación para hacer una gran oposición al gobierno, y nosotros, en lugar de ponernos nerviosos, tenemos que estar felices, porque esto forma parte del proceso democrático.

“A veces, tengo la impresión de que había gente que buscaba provocarme para que yo tomase una actitud más ríspida contra cualquier medio de comunicación, para que yo intentara hacer alguna intervención, para que yo intentara… y cuanto más me golpeaban ellos, más democracia; y cuanto más me golpeaban, más libertad de expresión, hasta que todo el mundo se dio cuenta que sólo hay un juez: el lector, el telespectador, el oyente. Son ellos los que nos juzgan. Él sólo va a leer lo que quiera leer y sabe interpretar, sólo va a asistir a lo que quiera asistir y sabe interpretar, y no quiere más intermediarios, no quiere más al tal formador de opinión pública. Ese que se pone una corbata, va a la televisión, da una entrevista y se autodenomina formador de opinión pública y cree que todo el mundo va a seguirlo. Hay un presidente de una Central Única, aquí en Brasil, que representa a millones de trabajadores: él no es un formador. Esas cosas cayeron por tierra.

“El pueblo brasileño no quiere intermediarios. Quiere hablar por su boca, ver por sus ojos y tomar decisiones con su conciencia. Se terminó el tiempo en que la ‘casa grande’ (la hacienda) decía y la senzala (el alojamiento de los esclavos) tenía que obedecer, se acabó.”

–El pueblo brasileño no tiene la posibilidad de escuchar sus discursos, de leerlos, a menos que acuda a un acto político y lo escuche directamente, y a veces la prensa hace de intermediaria. ¿No cree usted que sería necesario tener espacios en que el presidente de la república rindiera cuentas, hablase?

–Mire, temo… me da miedo algo oficial. Eso termina por no tener credibilidad. Puede tener credibilidad durante un tiempo, pero después pierde credibilidad. Tengo un programa de radio de cinco minutos, todos los lunes, que yo ya tengo tiempo para, caramba, tener que hablar seis minutos. El domingo a la noche grabo todo y lo transmite quien quiere transmitirlo, no es obligación. Tenemos la NBR, que es una televisora del gobierno, que divulga íntegramente lo que hace el gobierno, todos mis discursos son transmitidos íntegramente.

“La televisión pública que estamos construyendo todavía está en un proceso de fortalecimiento. No queremos que sea vista como un canal para transmitir actividades del presidente, no queremos eso, porque nadie aguanta eso todos los días. Creo que los medios de comunicación, todos, en el momento en que todos asumimos un compromiso con la verdad, estaremos satisfechos. No creo que el Estado deba tener un medio oficial para transmitir. Creo que el Estado debe tener una televisión pública que tenga una programación de calidad, competitiva en cuanto a contenido, a forma. Creo que el Estado no debe competir con las privadas en cuestión de financiamiento. Lo que el Estado necesita priorizar es, primero, la pluralidad de las informaciones, porque eso es lo que va a dar credibilidad al Estado; y, al mismo tiempo, la seriedad de las informaciones. La televisión pública no tiene que decir que el presidente Lula está de traje blanco o de traje negro; que es bueno con la pelota, o malo con la pelota. Si tiene ese compromiso, puede ser que un presidente u otro no guste, pero la democracia estará agradecida.

 

“Usted sabe que yo antepongo la democracia, porque yo no sé si yo hubiese llegado a la presidencia si no fuese una democracia. Veo, por ejemplo, aquella foto del primer gobierno de la Revolución Rusa: ahí no hay un metalúrgico en la dirección. Y así, siempre, en varias revoluciones, la dirección es toda de clase media, intelectual. Aquí nosotros conseguimos democráticamente crear un partido con una mayoría de trabajadores, llegar a la presidencia de la república en 20 años. Recuerdo la primera reunión que tuve, en junio de 1990, cuando convocamos en Sao Paulo en el hotel Danubio, la primera reunión de la izquierda de América Latina.

“Yo había sido derrotado en la elección del 89, pero resulté fortalecido. Porque en el 82 fui candidato a gobernador de Sao Paulo y salí en cuarto lugar: tuve un millón 250 mil votos. Y quedé devastado, me sentí el más insignificante de los seres humanos por haber tenido solamente un millón 250 mil votos. Y mi partido tenía una propaganda que era una locura, no podía aparecer hablando por la televisión. Aparecía una voz diciendo: ‘Luiz Inacio Lula da Silva: ex tintorero, ex sastre, ex limpiabotas, ex tornero mecánico, ex sindicalista, ex preso político… un brasileño igualito a tí’. Había otro que decía: ‘Altino Dantas (miembro del PT): hijo de general, condenado a 96 años de prisión’. ‘Athos Magno: secuestró un avión…’ O sea, parecía más un prontuario policial, un boletín, más que una campaña política.

“Entonces, me quedé muy triste y perdí. Una vez, yo fui a Cuba, y conversando con Fidel Castro, él me dijo: ‘Lula, ¿tú te diste cuenta en qué lugar del mundo un obrero tiene un millón 250 mil votos? ¡No tienen eso, Lula! ¡Tienes que ver como estupenda esa votación que tuviste!’ Entonces comencé a creer que mi derrota era una victoria. En el 89, tuve 40 y algo más por ciento de los votos en la segunda vuelta, y creí que era posible consolidar la democracia en América Latina. Convocamos entonces a todos los partidos de izquierda. De Argentina vinieron cuatro o cinco, de República Dominicana, 10 o 12, porque tenía grupos de izquierda de dos, de tres… No conversaban entre ellos.

“Siempre bromeo que la única cosa que unificaba a aquella izquierda era Maradona, porque Argentina estaba en la Copa del Mundo. ¿Y qué pasó? Ideamos el foro de Sao Paulo, comenzamos a reunirnos y hoy todos los partidos llegaron al poder. A (Hugo) Chávez no quise recibirlo, no queríamos que viniese, que participase del foro, porque era golpista. Hoy, uno ve América Latina: todo el mundo que participó en el foro de Sao Paulo llegó al poder por la vía del voto. Creo que eso es extraordinario. La gente aprendió. ¿Cómo es que un indio llega al poder en Bolivia si no es por la participación popular? Creo que esa es la revolución: Mandela en África del Sur, Evo Morales, Lula en Brasil, Obama en Estados Unidos.

“No es poca cosa que los estadunidenses hayan votado a un negro para presidente. Primero, hubo una revolución en el Partido Demócrata para ganarle a una rubia de ojos azules (Hillary Clinton) –no tengo nada contra las mujeres de ojos azules, ¡mi mujer los tiene azules!–, y después ganarse al pueblo estadunidense. Obama es un presidente que no tiene que hacer demasiado. Sólo debe tener la osadía que el pueblo estadunidense tuvo al votarlo. Sólo eso. Pienso que la democracia está a todo vapor en nuestra querida América Latina.”

–¿Usted ha acusado de golpista a la prensa de su país?

–No, no. Yo no utilizo la palabra golpismo. Para entender es preciso acompañar a la prensa brasileña y ver lo que quisieron hacer en 2005. Y que ellos no estaban acostumbrados, porque la elite brasileña, en el 54, llevo a Getulio (Vargas) a la muerte. Es importante recordar que ellos decían que Juscelino (Kubitschek) no podía ser presidente, no podía ser candidato, si era candidato no podía ganar, si ganaba, no podía tomar posesión, y si asumía, no iba a poder gobernar. Así hablaban de Juscelino en el 55, ¡así! Esa misma elite es la elite de hoy, no representada por los más viejos, pero sí por los más nuevos que heredaron no solamente el patrimonio, sino a veces también el mismo comportamiento y conciencia política. Ese es un dato, ese es un dato objetivo. Después llevaron a Joao Goulart a renunciar, defendieron el golpe militar.

“Cuando yo llego a la presidencia, pensaron dos cosas: ‘Bueno, vamos a respetar la democracia y vamos a dejar al operario llegar hasta ahí’. El obrero llegó, y ellos alentaban, creían píamente que yo iba a ser un fracaso total y absoluto, que la izquierda y su obrero metalúrgico iban a sucumbir por la incapacidad para gobernar el país. Ese era el pensamiento. ¿Qué pasó? El obrero comenzó a hacer más que ellos, y ahí se quedaron nerviosos.

“Tengo una trayectoria que va desde el movimiento sindical. La democracia, para mí, no es media palabra. La democracia es una palabra entera, sólo que algunos entienden por democracia apenas el derecho del pueblo a gritar que tiene hambre, y yo entiendo por democracia no el derecho de gritar, sino el derecho de comer. Esa es la diferencia fundamental: democracia, para mí, es permitir el derecho a la conquista, y no permitir sólo el derecho a la protesta. Ese es un tema delicado, un tema que pone nervioso.

“Hicimos una conferencia de comunicación aquí en Brasil, una gran conferencia de comunicación. Participaron algunos dueños de medios de comunicación, participó personal de telefonía, participaron miembros de movimientos sociales, participaron los blogueros… todos participaron. Algunos no quisieron participar.

“No me voy a quedar quejándome, pero sí podrían acompañar (la prensa). Yo no creo que haya habido un presidente que hubiese tratado a la democracia con la importancia con la que la traté, porque yo sé cuán importante es para mí. Pero algunos comprenden de manera diferente… también eso es democracia. Pero es importante entender lo que sucedió en Brasil. El pueblo brasileño levantó la cabeza, la autoestima a un nivel extraordinario, y pienso que eso sólo va a mejorar. Cuando la gente percibe que cuanto más pluralismo hay, cuantas más opciones hay, mejor informado estará el pueblo, porque ahí el pueblo tiene una canasta de informaciones. Por eso es que creo que es importante la revolución de Internet, que mucha gente todavía no comprende, o no quiere comprender. Ahora, todo después de Internet es viejo, todo, porque Internet es tiempo real… No sé cómo es que el mundo va a sobrevivir a esta avalancha de posibilidades de información que la sociedad tiene. La gente interactúa, responde, critica, se siente coautora de la noticia, creo que eso es extraordinario.”

–A su juicio, ¿quién es responsable de los golpes de Estado que ocurren en América Latina: el imperio o las elites nacionales, o ambos?

–Hay que diferenciar que dentro de la elite existen varios sectores. Uno encuentra empresarios brasileños que son empresarios de alta calidad, empresarios con una fuerte visión nacional, con una visión desarrollista. Cuando yo hablo, hablo de elite política, aquellos que deciden el destino del país. Y en América Latina tenemos una mentalidad colonizada. Hasta hace poco, en Argentina, los gobernantes se quedaban discutiendo quién era más amigo de Estados Unidos, quién era más amigo de Europa; aquí en Brasil pasa lo mismo. Con la entrada de (Néstor) Kirchner y de Cristina (Fernández), uno puede estar en desacuerdo –es legítimo el desacuerdo–, pero hubo un cambio en Argentina, con una visión del mundo con más independencia, con más soberanía. Lo mismo pasó en Brasil, en Venezuela, en Ecuador, está pasando en el mundo.

“Nunca acepté la idea de quedarnos sentados sobre nuestros errores, criticando sólo al imperialismo: ‘¡Ah!, somos pobres por culpa del imperialismo estadunidense; estamos enfermos por culpa del imperialismo estadunidense; nos pasó por culpa del imperialismo estadunidense’. Esa es media verdad. La otra verdad es que la elite política de cada país se subordinó cuando no necesitaba subordinarse. Es más fácil criticar a los otros en vez de ver nuestros defectos. Creo que es una vergüenza lo del muro de México y Estados Unidos. Creo que es una vergüenza, después de toda la glorificación de la caída del Muro de Berlín, que haya un muro en México y que haya un muro en Israel. Creo que es muy vergonzoso para la humanidad. Pienso que el único muro que deberíamos asimilar es la Muralla China, que se transformó en algo turístico. El resto son muros segregadores, y nadie dice nada, nadie dice nada. No se ven fotografías del muro que separa a México de Estados Unidos en los medios de comunicación.

“Creo que eso es grave. Uno no puede echarle sólo la culpa a los otros. Tenemos que saber lo siguiente: ¿en qué fallamos, como elite política, como elite intelectual, como pueblo, en qué fallamos? En la construcción de nuestra imagen, de nuestra personalidad, de nuestra riqueza. Creo que esa es la discusión que necesitamos. Porque es muy fácil, por ejemplo, que Chávez diga que Venezuela era pobre a causa de los yanquis, que estaban explotando ahí a PDVSA (empresa petrolera venezolana). No, Venezuela era pobre porque mucha gente de la elite de Venezuela se beneficiaba con el comportamiento de los estadunidenses. Creo que hace falta decir estas cosas de manera categórica. No eran los yanquis los que llevaron a Bolivia al empobrecimiento. Ellos tuvieron políticas para Bolivia, adoptadas por la elite política de Bolivia, que llevó al pueblo de Bolivia al empobrecimiento. Lo que quiero decir es que la gente no puede sólo criticar a los de afuera sin comprender a los serviciales de adentro.”

—Algunas personas elogian al presidente Lula porque es una continuidad del ex presidente Fernando Henrique Cardoso…

–Primero vamos a dejar claro lo siguiente: si yo hubiese continuado la política de Fernando Henrique Cardoso Brasil hubiera quebrado. Nosotros sólo llegamos adonde llegamos porque hicimos las cosas de manera diferente. Sólo quería decirte que cuando yo asumí la presidencia, Petrobras valía 13 mil millones de dólares de su valor patrimonial. Y hoy Petrobras vale 220 mil millones de dólares. Algo cambió.

“Cuando llegué al gobierno la consigna era que el gobierno no podía gastar, no podía hacer inversiones porque todo tenía que garantizar el superávit primario. Y había que cuidar el déficit. ¿Qué sucedió? Nosotros, que estábamos subordinados al FMI, nos libramos del FMI. Nosotros, que no teníamos ninguna reserva, vamos a llegar al final del año con 300 mil millones de dólares de reservas. Nosotros, que éramos deudores, nos volvimos acreedores del FMI. Y la situación de Brasil cambió radicalmente; incluimos a los millones de excluídos que no eran tomados en cuenta. Éramos un país de economía capitalista sin capital, sin crédito, sin inversión.

“Cuando comencé mi vida política en el sindicato, había gente de ultraizquierda que me tildaba de agente de la CIA, sobre todo el personal con buenos empleos. Muchas veces, la gente quería saber cuál era mi perfil ideológico… iba a un debate y la gente: ‘¿Qué eres? ¿Esto o aquello?’. Yo decía: ‘soy tornero mecánico’. ‘¿Eres comunista?’. ‘No, soy tornero mecánico’. Porque a mí nunca me gustó ser etiquetado.

“Cada país tiene sus particularidades. Los Kirchner, tanto Néstor como Cristina, tienen su estilo de gobernar. El dato concreto es que Argentina está mejorando, ese es un dato concreto y objetivo. Nuestro querido Pepe Mujica tiene su modelo de gobierno; el hecho concreto es que Uruguay está mejorando. Yo tengo mi estilo, el hecho concreto es que Brasil está mejorando. Evo tiene su estilo; el hecho concreto es que Bolivia está mejorando, y esto vale para todo el mundo. Eso es lo que me interesa. Esa cosa de la prensa de decir: ‘Lula es el buenito y Chávez el malo’. Chávez tiene que ser bueno para el pueblo de Venezuela, y yo tengo que ser bueno para el pueblo de Brasil, y la verdad es que Venezuela mejoró con Chávez, esa es la verdad. ¿En cuántas elecciones participó Chávez en estos tiempos, eh? Y las ganó todas, acaba de ganar una más: ‘Ah, pero no es la mayoría’. Perfecto, creo que va a ser bueno para Chávez, porque va a tener que ejercitar el debate político con más fuerza, ejercer más la democracia. Pienso que eso es extraordinario.”

–¿Usted continúa siendo un hombre de izquierda?

–Yo me considero un hombre de izquierda y los resultados de las políticas que implementamos son todo lo que la izquierda soñaba que se hiciera. Mire, es un poco una paradoja que yo sea el único presidente que tuvo este país que no tiene diploma universitario, y sea el presidente que más universidades hizo, que llevó más jóvenes a la universidad y que hizo más escuelas técnicas. Fuimos los que más generamos empleos, los que más combatimos la pobreza, los que más practicamos los derechos humanos y los que fortalecimos más la democracia. Este palacio no es un palacio al que sólo entraron príncipes y primeros ministros. A este palacio entraron los sin techo, representantes de las minorías, desempleados, entraron todos los movimientos. Se volvió un verdadero palacio del pueblo brasileño, y creo que esa es una política de izquierda no populista, porque la derecha también puede ser populista: la derecha puede ser populista. El problema es cuando un político es populista o cuando es un político popular. Son dos cosas diferentes.

–¿Cuál es la diferencia?

–La diferencia es que un presidente populista no tiene que tener necesariamente relación con la sociedad, un compromiso con la sociedad. Hace una encuesta de opinión pública, sabe cuáles son las preferencias del pueblo y empieza a hablar de aquello que aparece como resultado de la encuesta. Un político populista no tiene necesariamente una relación muy fuerte con el pueblo. Él decide desde arriba para abajo y piensa que así está bien. Un dirigente popular, va más lento pero prefiere construir desde abajo hacia arriba, haciendo que la sociedad participe de las decisiones. Esa es la forma más extraordinaria que hay de ejercer el gobierno y de ejercer la democracia.

“He dicho que aquí en América Latina, en vez de ser gobernantes, deberíamos ser cuidadores del pueblo. Cuidar, priorizar la fuerza que el Estado tiene para ayudar a aquellos que realmente necesitan del Estado. Pienso que eso está sucediendo en Brasil.”

–Las transformaciones para consolidarse y avanzar necesitan, aparentemente, de reformas. Usted está comprometido, con Dilma también, con la idea de una asamblea constituyente autónoma.

–Dos años atrás recibí a una delegación de abogados para discutir la reforma política, y dije que tal vez fuera necesario pensar en una constituyente exclusiva para hacer la reforma política. Porque Brasil necesita una reforma política; es inexorable… tener una fidelidad partidaria, tener un financiamiento público de campaña, tener partidos más fuertes, con los que se pueda negociar. Cuando uno construye una coalición, es una negociación de varios partidos que van a ser parte de un gobierno. Y si los partidos son fuertes, uno negocia con las direcciones del partido las votaciones en el Congreso. Por eso creo que la reforma política es importante.

“Siento que hay mucha dificultad en el Congreso para votar la reforma política. Porque hay gente que prefiere mantener el statu quo. Quien ya es diputado, quien ya es senador se pregunta ‘¿para qué cambiar? Vamos a seguir igual’. Eso es un error para Brasil y un error para la credibilidad del Congreso. Y no puede ser hecho por el presidente de la república, tiene que ser impulsado por los partidos políticos. Una de las cosas con las que puedo colaborar es, primero, convencer a mi partido de que la reforma política es importante, y luego convencer a los partidos políticos aliados de que la reforma política es importante. Si podemos construir una mayoría, se podrá votar la reforma política, diría, en los próximos dos años.”

–¿Piensa que el Estado también debería ser reformado?

–Pienso que necesitamos cuidar que el Estado sea menos burocrático y más ágil. Y eso es muy fácil de decir y muy difícil de hacer, porque hay que mover centenas de corporaciones que, en el fondo, gobiernan Brasil. Porque son las instituciones que tienen su poder, sea el Poder Judicial, la Receita Federal (secretaría de recaudación), la Policía Federal, el Ministerio Público… Hay instituciones poderosas que, en el fondo, son instituciones que tienen poder de presión dentro del Congreso nacional. Yo vi en la constituyente la experiencia de poder de presión de la llamada sociedad organizada. El desafío en que uno pueda proponer una reforma del Estado que no sea una violación, que sea construida a varias manos, y que la gente se dé cuenta de que cada uno tiene que ceder un poco. Creo que hay mucho por hacer, muchas, muchas cosas, redefinir el papel de muchas cosas en Brasil.

“Ese es un proceso en que uno no puede ser tan loco como para pensar que en un mandato de cuatro años lo hará. Hay que construir, diría, casi una acción que envuelva a todos los segmentos de la sociedad, construir un grupo muy grande para ir pensando las reformas necesarias, discutir con el Congreso nacional, discutir con el movimiento social, y cuando uno está listo, hacerlo. Voy a darte dos ejemplos: la cuestión laboral. Creé un grupo de trabajo entre el movimiento sindical, empresarios y gobierno que estuvo próximo, pero no alcanzó a tomar una decisión. La reforma provisional tiene un grupo de trabajo también creado por mí.

“Estoy convencido, por lo que conozco del movimiento social brasileño, que estamos en un proceso de maduración como jamás tuvimos en el país, una relación de confianza establecida entre varios actores de la sociedad, que uno puede dar pasos, y pienso que, ciertamente, va a depender mucho de la definición de prioridades si Dilma es electa presidente. No sé cuándo… porque un gobierno, eso lo aprendí también, un gobierno no puede querer hacer 500 cosas.

“Un mandato es muy rápido. Un mandato dura mucho para la oposición, pero para quien está en el gobierno cuatro años no es nada. Ella tiene que definir correctamente cuáles son sus prioridades y lanzarse a ello, porque si intenta hacer 500 cosas, no lo conseguirá. Mire, Obama perdió el primer año en hacer la reforma en el área de salud. Fue aprobada en el Congreso, pero hasta ser ejecutada va a llevar un año más. Uno no puede perder todo el tiempo sólo en una cosa. El gobierno tiene que utilizar su energía positiva para cuidar de este país 24 horas al día, y esos debates se van haciendo paralelamente en el gobierno con los ministros, hasta que se llega a una propuesta concreta para enviar al Congreso.”

–En febrero pasado usted dijo que recorrerá América Latina para mejorar las relaciones entre partidos, movimientos sociales y sindicatos, y también África, ¿cuándo lo hará?

–Es que esa es una parte. Cualquier sindicato de América Latina tiene más reuniones con Alemania o con los estadunidenses que entre nosotros, por lo que conozco. ¿Qué quiero? Primero, que se consolide no sólo una buena relación partidaria, sino una buena relación sindical, una buena relación cultural. De ahí, mi alegría de poder inaugurar la Universidad de América Latina –la Unila–, que creo que es un sueño realizado. La aprobación, por el congreso brasileño, de la creación de la Universidad Brasil-África es otro sueño: tener una universidad aquí para formar gestores, ingenieros, doctores para África. Ese tipo de integración es el que necesitamos y que Brasil puede ayudar a América Latina. Por ejemplo, estamos plantando soya en Cuba. En Venezuela con tecnología brasileña, con conocimiento tecnológico brasileño, estamos ayudando.

“Estamos ayudando a Venezuela a construir cadenas productivas en el área de alimentos, estamos ayudando a hacer sistemas habitacionales como se hace en Brasil, y creo que es en eso que podemos contribuir. Estamos llevando Embrapa, que es nuestra empresa de tecnología, a Panamá, para ayudar en el desarrollo agrícola de Centroamérica.

“Creo que es eso lo que nosotros podemos hacer. No tengo más interés en regresar al partido, no quiero regresar a ser un cuadro del partido, hacer reuniones dentro del partido. Tengo 65 años, estadísticamente puedo tener 10 o 15 años más de vida, creo en la estadística. Sé que, cuando uno llega a los 60 años, cada año, a partir de allí, vale por 10. Entonces, tengo noción del tiempo y tengo noción de que me queda menos de un cuarto del tiempo que ya tuve –o un quinto– para hacer cosas que creo que pueden ser hechas. Tengo entonces que definir y enfocar correctamente una o dos prioridades.”

–¿Usted sueña?, y ¿con qué sueña, señor presidente?

–Soy un eterno soñador. Mire, creo que lo que hicimos en Brasil fue apenas dar inicio al movimiento que consolidó en la conciencia de la mayoría del pueblo brasileño que es posible saber hacer las cosas de manera diferente, que es posible hacer creer a la gente que el gasto en salud no es gasto, es inversión; que cuando uno da dinero a los pobres es inversión, no es sólo cuando uno presta dinero a un rico, cuando uno da dinero al pobre es inversión.

“Yo sueño que si la sociedad brasileña mantiene, en los próximos años, la autoestima que hoy tiene, la credibilidad que tiene hoy en su país y la confianza que tiene en el país, Brasil será un país muy importante en los próximos años, muy importante.

“Yo sueño con esas cosas internas para mejorar, yo sueño con la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sueño con una mayor democratización en las instituciones multilaterales y sueño con un mayor compromiso en la toma de decisiones de los países más ricos en este mundo globalizado. Hoy, cuando un país rico tiene que tomar una decisión económica, no tiene que discutir sólo los beneficios y las pérdidas internas, tiene que saber cuál será la repercusión de la decisión en otros países que tienen una economía dependiente, especialmente en este mundo globalizado.

“Sueño con contribuir al desarrollo de África, sueño con ayudar a América del Sur y a América Latina a ser más fuertes, a ser más ricas, y a desarrollarse más rápidamente, o sea, voy a morir soñando que yo no debería morir. Es así.”

Fuente: La Jornada, 01.10.10

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Brasil: la hora de Dilma

Por José Steinsleger

Hace poco más de un siglo, Brasil emergía del imperio republicano esclavista, Rusia padecía el despotismo del zar, India era una colonia británica y China flotaba en la niebla del feudalismo milenario. Hoy, las cuatro naciones integran el bloque de las potencias emergentes” (BRIC, por sus iniciales).

El BRIC agrupa 45 por ciento de la población mundial. En conjunto, ocupa un territorio 2.75 veces mayor que el de Estados Unidos y la Unión Europea. Posee ubérrimos recursos naturales; expande el mercado interno y externo; fortalece el sector público; impulsa la autonomía militar y nuclear; actúa con independencia y soberanía en la escena internacional, y gravita geopolíticamente en los países vecinos.

En términos relativos, Brasil es el país mejor posicionado del bloque. Tiene 200 millones de habitantes (8 por ciento de la población sumada de India y China), se proyecta en África sudoccidental (donde la lengua madre le permite moverse con fluidez), está lejos de las guerras fratricidas de la periferia rusa, de las tensiones de la península coreana (vecina de China), y de la explosiva situación en Pakistán, Nepal y la región de Cachemira (limítrofes con India).

México pudo ser socio del BRIC. Desafortunadamente, sus clases dirigentes se dejaron estafar por el “libre comercio” (que nunca existió), y el país quedó enganchado a la sicosis de una economía imperialista en declive. Brasil, en cambio, recorrió el camino inverso. De aliado incondicional de Washington, a la defensa de la soberanía, la integración política subregional, y la contención del guerrerismo yanqui en sus fronteras.

El punto conflictivo de la política exterior brasileña sería su presencia en Haití, donde encabeza los cascos azules de otra entidad política en declive: las Naciones Unidas. No obstante, respalda a Cuba y Venezuela y, por encima de las tentaciones hegemonistas en el Mercosur, el diálogo y la negociación predominan en su agenda.

Luiz Inacio da Silva, Lula, fue el arquitecto del reacomodo político de Brasil en los nuevos escenarios internacionales. Obrero y líder sindical sin título académico (aprendió a leer a los nueve años), Lula dictó cátedra. A las derechas propuso pensar con cabeza propia, y a las izquierdas demostró que la política vale por los contenidos, y no por las formas o declaraciones de fe.

El gobierno de Lula aumentó el consumo familiar, elevó los salarios en más de 60 por ciento, creó 14 millones de empleos en firme, 40 millones de pobres recibieron atención, y millones de excluidos pensaron en algo más que futbol y carnaval. Lula termina su mandato habiéndose ganado el respeto de sus enemigos, y lo que a fin de cuentas importa: el cariño de su pueblo.

A pesar de ello, los chamanes de la rebeldía verbal fruncen el ceño: Lula, los Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales, Fernando Lugo, Andrés Manuel López Obrador, no son “homologables” con el canon de la “revolución ¡ya!” Excluyo, de la nómina, a Hugo Chávez: parece que Fidel ya los convenció (espero), de que el bolivariano cumple con los requisitos del buen muchacho revolucionario.

En fin… desconcertante coincidencia entre globalizadores y globalifóbicos. Los unos quieren la economía sin política, y los otros la sociedad sin políticos. ¿Que se vayan todos? Los que están realmente jodidos no se hacen bolas. Sin mezquindad, eligen a sus dirigentes y los alientan para lidiar con las irracionales plutocracias de América Latina.

En los comicios venideros, la candidata del Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff (1947, heredera política de Lula), será elegida presidenta de Brasil. Hija de un comunista búlgaro, Dilmiña (así le llaman) militó en la guerrilla liderada por el capitán Carlos Lamarca, y purgó tres años en prisión, donde fue torturada.

Recordemos, de paso, a Lamarca. Tras desertar del ejército (1969), la dictadura militar (1964-85) lo declaró “traidor de la nación”, único caso en la historia de Brasil. En 1971, Lamarca cayó en combate. En 2006, el Ministerio de Justicia lo ascendió, postmortem, a coronel de las fuerzas armadas.

El pensamiento bobo circula por el centro, que siempre está embotellado. El pensamiento cero adelanta por derecha, que siempre acaba en vía muerta. Inventando nuevas reglas de tránsito, Lula avanzó por izquierda. Acorde con la nueva hora de Brasil… ¿Dilma sabrá conducir?

Reloj atómico tendrá. El gobierno brasileño acaba de adquirir un aparato de alta precisión para el Servicio de la Hora Oficial. El reloj funciona con hidrógeno, y atrasa o se adelanta un segundo cada 10 millones de años.

En La tierra del futuro (1941), Stefan Zweig escribió: “Es siempre arriesgado echar desde el presente un vistazo sobre el futuro. Con 50 millones de habitantes y su dilatado espacio, Brasil constituye uno de los esfuerzos colonizadores más grandiosos del mundo, y se halla hoy sólo al comienzo de su desarrollo”.

Fuente: La Jornada, 29.09. 2010

 

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Un nuevo mapa del mundo

Por Celso Amorim

Hace siete años, cuando se hablaba de la necesidad de cambios en la geografía económica mundial o se decía que Brasil y otros países deberían desempeñar un papel más relevante en la Organización Mundial de Comercio (OMC) o integrarse de modo permanente el Consejo de Seguridad de la ONU, muchos reaccionaban con escepticismo.

Desde entonces, el mundo y Brasil han cambiado a una velocidad acelerada, y algunas supuestas «verdades» del pasado se van rindiendo ante la evidencia de los hechos. Las diferencias en el ritmo de su crecimiento económico con relación a los países desarrollados han convertido a los países en vías de desarrollo en actores centrales de la economía mundial.

La mayor capacidad de articulación Sur-Sur -en la OMC, en el FMI, en la ONU y en nuevas coaliciones, como el BRIC- eleva la voz de países que antes estaban relegados a una posición secundaria. Cuanto más hablan y cooperan entre sí los países en desarrollo, más son escuchados por los ricos. La reciente crisis financiera puso de manifiesto de manera aún más evidente el hecho de que el mundo ya no puede estar gobernado por un consorcio de pocos.

Brasil ha intentado de forma osada desempeñar su papel en este nuevo escenario. Tras siete años y medio de Gobierno del presidente Lula, la visión que se tiene del país en el exterior es otra. Es innegable el peso cada vez mayor que Brasil, así como un grupo nuevo de países, tiene hoy en la discusión de los principales temas de la agenda internacional, desde el cambio climático al comercio, desde las finanzas a la paz y la seguridad. Esos países aportan una nueva forma de mirar los problemas del mundo y contribuyen a un nuevo equilibrio internacional.

En el caso de Brasil, ese cambio de percepción se debió, en primer lugar, a la transformación de la realidad económica, social y política del país. Avances en los más variados rubros, desde el equilibrio macroeconómico hasta el rescate de la deuda social, hicieron un Brasil más estable y menos injusto. Las cualidades personales y el compromiso directo del presidente Lula en temas internacionales colaboraron para llevar la contribución brasileña a los principales debates internacionales.

Brasil está desarrollando una política exterior abarcadora y proactiva. Buscamos construir coaliciones que vayan más allá de las alianzas y las relaciones tradicionales, a las que tratamos sin embargo de mantener y profundizar, como la formalización de la Relación Estratégica con la Unión Europea y del Diálogo Global con Estados Unidos.

El elocuente crecimiento de nuestras exportaciones hacia los países en desarrollo y la crea-ción de mecanismos de diálogo y concertación, como la Unasur, el G-20 en la OMC, el Foro IBAS (India, Brasil y África del Sur) y el grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) reflejaron esa política exterior universalista y libre de visiones pequeñas de lo que puede y debe ser la actuación de un país con las características de Brasil.

La base de esa nueva política exterior fue la profundización de la integración sudamericana. Uno de los principales activos de que dispone Brasil en el escenario internacional es la convivencia armoniosa con sus vecinos, comenzando por la intensa relación que mantenemos con Argentina. El Gobierno del presidente Lula se ha empeñado, desde el primer día, en integrar el continente sudamericano por medio del comercio, de la infraestructura y del diálogo político.

El Acuerdo Mercosur-Comunidad Andina creó, en la práctica, una zona de libre comercio que abarca toda la América del Sur. La integración física del continente avanzó de una forma notable, incluida la conexión entre el Atlántico y el Pacífico. Nuestros esfuerzos para la creación de una comunidad sudamericana llevaron a la fundación de una nueva entidad: la Unión de las Naciones Sudamericanas (Unasur).

Sobre las bases de una América del Sur más integrada, Brasil contribuyó en la creación de mecanismos de diálogo y cooperación con países de otras regiones, fundados en la percepción de que la realidad internacional ya no permite la marginalización del mundo en desarrollo. La formación del G-20 de la OMC, en la Reunión Ministerial de Cancún de 2003, marcó la madurez de los países del Sur, cambiando de forma definitiva el modelo de toma de decisión en las negociaciones comerciales.

El IBAS respondió a los anhelos de concertación entre tres grandes democracias multiétnicas y multiculturales, que tienen mucho que decir al mundo en términos de afirmación de la tolerancia y de conciliación entre el desarrollo y la democracia. Además de la concertación política y de la cooperación entre los tres países, el IBAS se convirtió en un modelo para los proyectos en pro de naciones más pobres, demostrando, en la práctica, que la solidaridad no es un atributo exclusivo de los ricos.

También lanzamos las cumbres de los países sudamericanos con los países africanos (ASA) y con los países árabes (ASPA). Construimos puentes y políticas entre regiones hasta ahora distantes unas de las otras, a despecho de sus complementariedades naturales. Esa aproximación política derivó en notables avances en las relaciones económicas. El comercio del Brasil con los países árabes se cuadruplicó en siete años. Con África se multiplicó por cinco y llegó a más de 26.000 millones de dólares, cifra esta superior a la del intercambio con socios tradicionales como Alemania y Japón.

Estas nuevas coaliciones ayudan a cambiar el mundo. En el campo económico, la sustitución del G-7 por el G-20 como principal instancia de deliberación sobre los rumbos de la producción y de las finanzas internacionales es el reconocimiento de que las decisiones sobre la economía mundial carecían de legitimidad y eficacia sin la participación de los países emergentes.

También en el terreno de la seguridad internacional, cuando Brasil y Turquía convencieron a Irán para que asumiera los compromisos previstos en la Declaración de Teherán, quedó demostrado que nuevas visiones y formas de actuar son necesarias para lidiar con temas tratados hasta entonces de forma exclusiva por los actuales miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. A pesar de las resistencias iniciales a una iniciativa que nació fuera del cerrado club de las potencias nucleares, estamos seguros de que la dirección del diálogo allí señalada servirá de base para las futuras negociaciones y para la eventual solución de la cuestión.

Una buena política externa exige prudencia. Pero también exige osadía. No puede basarse en la timidez o en el complejo de inferioridad. Es común escuchar que los países deben actuar de acuerdo con sus medios, lo que es casi una obviedad. Pero el mayor error es subestimarlos.

A lo largo de estos casi ocho años, Brasil actuó con osadía y, al igual que otros países en desarrollo, cambió su lugar en el mundo. Esos países son vistos hoy, inclusive por los eventuales críticos, como actores a los que les tocan crecientes responsabilidades y un papel cada vez más central en las decisiones que afectan los destinos del planeta.

Celso Amorim es ministro de Relaciones Exteriores de Brasil.

Fuente : El País, 13.09.10

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