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ALI  RODRIGUEZ 

Un venezolano encabeza la Unasur

Rodríguez, varias veces ministro del gobierno chavista, llamó a aprovechar los recursos naturales y a combatir el narcotráfico. Los cancilleres aprobaron el reglamento del bloque y su presupuesto hasta 2013.

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Alí Rodríguez sucede a la ex canciller
colombiana María Emma Mejía.

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El venezolano Alí Rodríguez asumió por un año la secretaría general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), en una ceremonia en Bogotá. Luego de una reunión extraordinaria, los cancilleres aprobaron el reglamento del bloque, su presupuesto hasta 2013 y recomendaron la creación de un consejo regional para el combate del crimen transnacional. Rodríguez, varias veces ministro de la gestión chavista y ex secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), juró ante el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, a cargo de la presidencia pro témpore de la Unasur, en un acto en la Casa de Nariño, presidido por el mandatario de Colombia, Juan Manuel Santos. El nuevo secretario general calificó de extraordinaria la labor de su antecesora, la colombiana María Emma Mejía, de quien dijo tuvo una misión difícil al materializar la institucionalidad de la Unasur. Al respecto resaltó la existencia de ocho consejos constituidos, cada uno con una misión definida, según reportaron las agencias de noticias Andes y AVN y la cadena Telesur.

Al referirse en su discurso de asunción a los ejes que tendrá la secretaría general en el próximo año, Rodríguez habló de los principios fundamentales de identidad y ciudadanía y la lucha contra la pobreza en una región con más de 130 millones de pobres. En ese sentido llamó a impulsar acciones como el óptimo aprovechamiento de los recursos naturales, y se refirió también a la lucha contra el narcotráfico. El funcionario sostuvo que el aprovechamiento de los recursos naturales requiere de grandes masas de financiamiento, entre ellas las que pueda aportar el Banco del Sur, que posibilitarían los recursos para establecer los programas de industrialización. “En la medida en que crezca la producción de bienes y servicios, también habrá mayor demanda de los países, por lo que se facilitaría la exportación; en la medida en que se desarrollen las bases materiales de la Unasur, este órgano tendrá mayor peso”, destacó. Por otra parte, Rodríguez señaló que el narcotráfico representa una maldición que genera delincuencia, y aunque resaltó que Estados Unidos –“el principal mercado de consumidores”– es el que debe solucionar sus problemas, las naciones de la región deben atacar las causas del consumo, independientemente de “qué país es productor y cuál otro es de tránsito”.

“Uno de los grandes logros fue la institucionalidad, somos el primer organismo multilateral del siglo XXI reconocido como observador en la ONU y no existe otro organismo con esa nueva visión de multilateralismo positivo, con una concepción de región donde, una vez conseguida la paz política, la integración real llega muy fácil”, destacó la ex canciller Mejía. Rodríguez será el tercer secretario del organismo, creado en 2008 por los 12 países sudamericanos y jurídicamente constituido en 2011 con sede principal en Quito. Tras la muerte de Néstor Kirchner, su primer secretario general, los presidentes de la Unasur decidieron el ejercicio compartido de este cargo entre Mejía y Rodríguez. Por las circunstancias de ese momento, cuando Venezuela y Colombia comenzaron a normalizar sus relaciones, se estableció el ejercicio compartido como excepción al cumplimiento del Tratado Constitutivo de Unasur, que establece que establece un período de dos años.

Fuente: Página 12, 12.06.12

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EE UU afirma

que las mafias italianas ayudan al terrorismo

DEA: España es un «socio sobresaliente» en las investigaciones contra el tráfico de drogas

«La Iglesia Católica debe jugar un papel más prominente y ser más locuaz contra la mafia»

Por Miguel Mora – Roma

Según los cables de Wikileaks, el FBI considera que el dinero de la droga de la ‘Ndrangheta y la Camorra financia a grupos armados en Afganistán y Colombia.- El servicio exterior elaboró en 2008 un plan para ayudar a Italia a luchar contra el crimen organizado

Los diplomáticos de Estados Unidos en Italia consideran que las tres mafias italianas, la Cosa Nostra, la ‘Ndrangheta y la Camorra, son «la mayor amenaza para el crecimiento económico del sur de Italia» y constituyen un peligroso y potente «sindicato del crimen» al que es preciso combatir con «más eficacia», ya que, entre otras actividades, «ayudan a grupos terroristas en Colombia y Afganistán a través del tráfico de drogas, impiden el desarrollo del sur de Italia, distorsionan los mercados, violan los derechos de artistas y compañías estadounidenses, sustentan al crimen organizado en Estados Unidos, y suponen riesgos potenciales para la salud de los miles de militares y funcionarios estadounidenses que residen en el sur de Italia». 

Según revelan los papeles secretos del Departamento de Estado filtrados a Wikileaks que ha podido examinar EL PAÍS, los diplomáticos de Washington destinados en Italia elaboraron en junio de 2008 un plan, compuesto por 12 medidas concretas, con el objetivo de que Estados Unidos se implique más a fondo en la lucha contra las mafias. 

La propuesta, firmada por el ex cónsul general en Nápoles, J. Patrick Truhn, y aprobada por las legaciones en Roma y el Vaticano, era la conclusión de un largo y demoledor informe sobre el triángulo criminal formado por la Cosa Nostra siciliana, la Camorra de Campania y la ‘Ndragheta calabresa. 

El diplomático escribía: «Debemos trabajar para convencer al nuevo Gobierno italiano de que el crimen organizado es una seria prioridad del Gobierno de EE UU, y de que los terribles costes económicos del crimen organizado son un argumento convincente para una acción inmediata». El análisis, dividido en tres partes, fue enviado a la Secretaría de Estado, la CIA, el FBI, la DEA y otros 18 organismos oficiales de EE UU en junio de 2008. 

Siete razones 

El documento 157192 daba una lista de siete razones por las que «el Gobierno de Estados Unidos puede y debe implicarse más» en la lucha antimafia. 

-El tráfico de drogas de las mafias italianas envía dinero a narcotraficantes (y por tanto, de forma indirecta a grupos terroristas) en Colombia y Afganistán, lo que afecta a la seguridad nacional estadounidense. 

-Un informe de inteligencia del FBI reveló en 2005 que «la interacción criminal entre el crimen organizado italiano y los grupos extremistas islámicos facilita a potenciales terroristas el acceso a apoyo económico y logístico de organizaciones criminales con rutas de contrabando establecidas y una fuerte presencia en Estados Unidos». En una declaración pública de 2004, el fiscal antimafia italiano, Pierluigi Vigna, señaló la conexión entre grupos de militantes islámicos y la Camorra, afirmando que había pruebas de implicaban a la Camorra en un intercambio de drogas por armas con grupos terroristas islámicos. 

-Las mercancías falsas y la piratería de productos hechos en Estados Unidos (sobre todo películas, música y software) perjudican directamente los intereses estadounidenses. 

-Los lazos entre las mafias italianas y estadounidenses refuerzan mutuamente a estos grupos. Los nexos entre la mafia siciliana Cosa Nostra y la mafia de EE UU se retrotraen a cerca de un siglo, pero la Camorra y la ‘Ndrangheta también tienen afiliados en Estados Unidos, según el FBI. 

-Los ciudadanos estadounidenses residentes (incluyendo a miles de miembros de la Marina de Estados Unidos y sus familias en Campania y Sicilia) y turistas se ven afectados por el crimen callejero, y potencialmente por la crisis de la basura en Campania (que se debe en gran parte al crimen organizado) y las descargas de residuos tóxicos en la región. 

-Empresas de Estados Unidos que querrían invertir en el sur de Italia se niegan a hacerlo porque les preocupa el crimen organizado. 

-El crimen organizado debilita a un aliado importante política, económica y socialmente. 

El mismo documento recomendaba a Washington que dedique «más recursos e intercambios de inteligencia para luchar contra la Camorra y la ‘Ndrangheta» y «para que las autoridades italianas cooperen más estrechamente con sus pares en Colombia, Albania, Turquía, Nigeria y otros lugares». 

Y proponía doce «tácticas» concretas a adoptar con efecto inmediato: 

-Admitir públicamente la magnitud del problema del crimen organizado en Italia y el apoyo del Gobierno de Estados Unidos a los esfuerzos italianos por combatirla. 

-Comprometer más recursos para la cooperación judicial con Italia. 

-Favorecer una cooperación más estrecha entre los funcionarios judiciales italianos y sus contrapartes en países clave. 

-Expresar al Gobierno italiano la idea de que tiene demasiados pocos magistrados antimafia en Calabria, hogar de la organización criminal más potente del país. 

-Presionar al Gobierno italiano para que acabe con la corrupción en sus puertos. 

-Cooperar más estrechamente con el Banco Central Italiano y presionar a otros países (por ejemplo Suiza, Liechtenstein, Mónaco) para que cooperen más en la ruptura del circuito de lavado de dinero. 

-Trabajar con el Gobierno italiano para mejorar un sistema judicial estropeado. Si se quiere acabar con el crimen organizado, las sentencias deben ser más duras, las apelaciones limitadas, y el proceso judicial más eficiente. No puede ser que presos convictos acaben liberados porque los jueces fracasen al hacer el papeleo. 

-Compartir la experiencia de las instituciones penitenciarias del Gobierno de EE UU en construcción, gestión y privatización. Uno de los problemas mayores de Italia es la falta de prisiones, lo que significa que muchos acusados no son encarcelados jamás y muchos condenados son liberados mucho antes de cumplir sus penas. 

-Dar más apoyo visible a los esfuerzos de las asociaciones ciudadanas que luchan contra el crimen organizado (por ejemplo los grupos que en Sicilia lideran la rebelión pública contra la extorsión). 

-Ayudar a ampliar el conocimiento del público sobre los efectos deletéreos de las organizaciones criminales, y sobre cómo hemos tratado el problema en EE UU. 

-Lograr la asistencia de la Iglesia Católica Romana para que sea más expresiva contra el crimen organizado. 

-Animar al Gobierno italiano y a la Unión Europea para que inviertan en infraestructuras, particularmente en mejoras de la seguridad pública, en el sur de Italia, y al mismo tiempo para mejorar el seguimiento de cómo se gasta el dinero. 

«Ineficiencia de las autoridades españolas» 

En ese punto, el documento revela que al menos dos fiscales italianos se habían quejado a los enviados estadounidenses «de la ineficacia de las autoridades españolas en la lucha contra el tráfico de drogas entre los grupos criminales españoles e italianos». Tras comentar que la DEA considera a España un socio sobresaliente en las investigaciones contra el tráfico de drogas, el cónsul concluía: «El problema debe ser la pobre cooperación, más que una falta de dedicación o competencia por alguna de las partes». 

Otra sugerencia del documento es la de «trabajar estrechamente con el Banco Central Italiano y la Policía Fiscal», compartiendo «inteligencia e información para identificar a las empresas del crimen organizado y asegurarse de que sean congeladas o confiscadas». 

El cable pedía además a Washington la incorporación de las tres mafias italianas a la lista principal de la OFAC, la Oficina para el Control de Negocios de Drogas en el Exterior que elabora el Ministerio del Tesoro. La OFAC había incluido ya a la ‘Ndrangheta en su lista Tier One, que abre la puerta a sancionar a las empresas que trabajan con la organización y a sus tapaderas que lavaban dinero, pero el documento expresa la conveniencia de incluir también a la Camorra y Cosa Nostra. 

Fuente:  El País, 20.01.11 

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Boaventura de Sousa Santos
 
 
Foto María Luisa Severiano
 
La izquierda, lenta para aprender, pero no es burra

Enfrenté al ex presidente Henrique Cardoso por ese concepto

“De Lula aseguraba que era ignorante, que no haría nada, porque existe la idea de que los líderes vienen de las clases oligárquicas; le respondí que nada de lo que decía era verdad, lo que resultó un poco profético, como vimos después, señala de visita al país para recibir el Premio México de Ciencia y Tecnología

Por Arturo Cano

La izquierda es burra. Alguna vez Boaventura de Sousa Santos le escuchó la frase a Fernando Henrique Cardoso, su amigo desde que el brasileño era un exiliado en la Universidad de Yale. Lo enfrenté, por esa frase suya, en una cena en el Palacio la Alvorada (la casa presidencial ubicada en Brasilia).

Estaba lejano el tiempo en que Luiz Inacio Lula da Silva llegaría al cargo que entonces ocupaba Cardoso. Y el entonces presidente de Brasil insistía en tres puntos: que la izquierda no aprende de la historia, que el mundo le resulta demasiado complejo y que no tiene líderes.

–Y de seguro que Lula era un ignorante.

–Sí, decía: Es un ignorante, un obrero metalúrgico, no va a hacer nada. Yo le respondí: Mira, no es verdad nada de lo que estás diciendo.

En este punto, De Sousa, figura indiscutible de los movimientos sociales en el mundo, amigo de presidentes lo mismo que de líderes indígenas y profundo conocedor de América Latina, se sumerge en una explicación sobre el lento aprendizaje de la izquierda y le concede a medias un punto a Cardoso.

Pasa rápido al segundo punto: el de la supuesta incapacidad de la izquierda para entender la complejidad del mundo: Al contrario, con toda la tradición del marxismo occidental, estábamos completamente capacitados para analizar la complejidad de las sociedades contemporáneas, y particularmente habíamos incorporado, dentro de una teoría crítica, la idea de democracia, para cambiarla, no la democracia liberal.

Y llega al asunto de la izquierda sin cabeza: Siempre existe la idea de que los líderes vienen de las clases que producen liderazgos. Pero si miramos la historia, desde Jesús, vemos que los grandes líderes no vienen de la clase dirigente ni de familias oligárquicas. Una lucha nueva, con nuevos principios, puede venir de líderes que no tienen un pasado político.

De visita aquí para recibir el Premio México de Ciencia y Tecnología, al sociólogo portugués le complace haber tenido razón, y lo expresa con una sonrisa: Lo que le estaba diciendo fue un poco profético, como vimos después.

Aquella noche en el Palacio de la Alvorada, en Brasilia, Boaventura de Sousa quiso recordarle a su amigo Cardoso que no todos los líderes del Partido de los Trabajadores (PT) eran como Lula, que además había intelectuales; le mencionó, por ejemplo, a Tarso Genro.

–El ahora gobernador de Rio Grande do Sul.

–Sí, el único del PT que ganó en el primer turno, y que antes fue el mejor ministro de Justicia y el mejor ministro de Educación de Brasil.

Tendría miedo de Tarso Genro

–¿Y qué dijo Cardoso?

–Me contestó de una manera muy cínica, y además muy verdadera: “Mira Boa, sí, es verdad, yo tendría miedo de Tarso Genro, pero no te preocupes, el PT nunca lo va a nombrar candidato a la presidencia”. Claro, porque es un hombre quizá demasiado a la izquierda, que ha enfrentado la corrupción del PT en Sao Paulo. Mucho más tarde, cuando fue la crisis de corrupción, llamada mensalao (la mensualidad), se dio un quiebre total de la estructura directiva del PT. Y Tarso es a quien Lula recurre para resolver la crisis (fue presidente interino del PT en 2005).

Tarso Genro es una de las cabezas del ala izquierda del PT, y a lo largo de la entrevista su nombre surge una y otra vez, más allá de la política doméstica brasileña, porque forma parte del equipo que hizo posible la realización del primer Foro Social Mundial (FSM) y porque recientemente –revela De Sousa– ha ofrecido Porto Alegre para que en 2013, en un regreso a los orígenes, el FSM se pueda repensar verdaderamente, se pueda refundar.

Eso dice De Sousa casi al final porque, de entrada y como uno de los padres de la criatura, quiere explicar que el FSM representó en el inicio del siglo la primera gran forma de lucha progresista de los movimientos sociales contra la globalización neoliberal.

Disfruta todavía al recordar que la izquierda más ortodoxa quedó muy sorprendida porque no eran los trabajadores y sus sindicatos, sino un vastísimo conjunto de movimientos sociales, donde estaban mujeres, ecologistas, campesinos, indígenas, gays, etcétera, el que se lanzó a crear una conciencia trasnacional bajo la consigna de que Otro mundo es posible.

El FSM ha propiciado la creación de espacios inéditos, entre los que De Sousa destaca la coordinadora andina de indígenas, la organización de mujeres latinoamericana y, claro, la Vía Campesina, con presencia en 69 países.

En unas semanas habrá una cumbre del FSM en Dakar, Senegal, donde se volverá a los debates sobre los temas (agua, tierra, inseguridad, cuestión indígena, etcétera) que preocupan a los movimientos. Una agenda que parece impacientar ya a De Sousa: El FSM ha querido ser sobre todo un proceso, donde todos los movimientos se juntan y hablan de sus luchas. Eso es bueno, pero no suficiente.

Por eso, el autor de Refundación del Estado en América Latina, ha insistido desde hace algún tiempo en que el FSM necesita su propio FSM.

Con ello quiere decir, entre otras cosas, que el Foro debería asumir el riesgo de tener posiciones propias respecto de algunos problemas y políticas. Pone algunos ejemplos: la reforma de la Organización de Naciones Unidas, la necesidad de que el FSM presente informes y propuestas frente a lo que hace el Foro Económico Mundial de Davos, y la posibilidad de movilizaciones mundiales con demandas medioambientales.

“En Davos están diciendo para dónde va el mundo. Nosotros deberíamos, y tenemos el think tank requerido, presentar nuestra propia mirada para hacer evidente la tensión entre las globalizaciones, y para mostrar los datos que Davos oculta”.

México debe voltear al sur

Un día antes de la entrevista, el sociólogo ha recibido el premio citado de manos del presidente Felipe Calderón. A punto de viajar a Cuernavaca –donde alguna vez hizo estudios con Iván Ilich– se dice aún tocado, muy conmovido con el reconocimiento, no sólo porque por primera vez se da a un científico social, sino también porque se le otorga a alguien que ha consagrado su carrera a una perspectiva de ciencia social crítica, anticapitalista, antimperialista, comprometida con las luchas de los pueblos oprimidos.

El galardón le ha traído numerosas invitaciones a volver al país, cosa que –dice De Sousa– ha aceptado con gusto: México es un desafío tremendo para mí, porque yo quiero que este país se haga más consciente de las realidades de América Latina. Pienso que durante largo tiempo, muchas de las realidades de la región no han tenido ningún significado para la clase política ni para el discurso político mexicano.

Regreso del imperialismo

No es un misterio por qué su preocupación por México lo lleve de vuelta a la Colombia que vivió hace 20 años. “Lo vi en Medellín donde, estoy seguro que Álvaro Uribe, que era gobernador y un hombre muy conectado con el paramilitarismo, fue quien inventó el sicariato, o sea, contratar jóvenes que matan por contrato, lo que está pasando. ¿Cómo podríamos imaginar que esa realidad de Colombia iba a estar acá? Ahora no es Colombia, no es México, es la nueva intervención, y el regreso del imperialismo va a ser muy fuerte por esta vía (la guerra contra el narcotráfico)”.

Los resultados del Tratado de Libre Comercio, que prometía a México el ingreso automático al primer mundo (dramáticamente vemos que no fue verdad), deben llevar al país a hacer más y mejores alianzas con otras naciones de América Latina, pese a las dificultades que entraña el hecho de que México no forme parte de muchos de los mecanismos de cooperación regional.

Boaventura de Sousa ve que México ganaría con la experiencia de Brasil en materia de tecnología, con la cooperación en la lucha contra el narcotráfico con todos los países del sur, sin contar con la necesidad de colaboración en problemas comunes, como la migración.

Y una cosa más: “Quizá es buen tiempo para que México aprenda un poquito de algunas experiencias de democracia de alta intensidad de sus vecinos del sur. En eso no tiene nada que aprender de Estados Unidos. Yo paso la mitad del año ahí, y sé que no tenemos nada que aprender de ellos, al contrario. En Estados Unidos sólo vemos incitación a la violencia, una pérdida total de discursos ideológicos… son los insultos, la vida privada y la moral de la gente lo único que cuenta.

Fuente: La Jornada, 16.0111

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