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Posts Tagged ‘Iglesia Católica’

A qué viene el Papa

Por Emir Sader *

Estaba en el programa del papa anterior, que el nuevo papa viene justamente a cumplir, la visita a Brasil. Es claramente parte de un plan del Vaticano para intentar recuperar el terreno perdido en las últimas décadas en el que es considerado el continente más católico del mundo.

El papa Juan Pablo II había tomado una decisión estratégica al alinearse con los Estados Unidos y Gran Bretaña, para protagonizar, junto con Ronald Reagan y Margaret Thatcher, la ofensiva final contra la URSS, para provocar el desenlace favorable al bloque imperialista en la Guerra Fría. Formó parte de eso, a través de la represión y el debilitamiento de la Teología de la Liberación, que podría haber sido la versión popular del catolicismo.

La fuerte ofensiva del Vaticano contra la Teología de la Liberación mató a la gallina de los huevos de oro del catolicismo y abrió el campo para todas las variantes evangélicas, que ocuparon el espacio que podría haber sido ocupado por la versión popular del catolicismo. En lugar de fortalecerse, la Iglesia Católica entró en una profunda –y probablemente irreversible– decadencia.

La visita del Papa a Brasil –considerado el país con más católicos del mundo– tiene como objetivo recuperar el espacio perdido en las últimas décadas, a contramano de las tendencias de debilitamiento de adhesión a las religiones y de la expansión de varias corrientes evangélicas.

Pero el Papa no trae ningún discurso atractivo, especialmente para las nuevas generaciones, mayoritarias en Brasil y en América Latina. Más allá de la participación de una cantidad relativa de jóvenes durante su visita, nada indica que el Papa pueda recuperar prestigio y adhesión en Brasil y en nuestro continente. Sobre los temas que preocupan a los jóvenes y al mundo contemporáneo, el Papa no tiene nada para decir. Su discurso se revela conservador en lo que refiere a los temas básicos que interesan a los jóvenes y que podrían renovar el discurso de la Iglesia: el papel de las mujeres, el aborto y el divorcio, entre otros.

Hay una campaña publicitaria que intenta proyectar una imagen simpática del nuevo papa para contrarrestar la antipatía y la falta de atractivo del papa anterior. Pero nada más allá de su imagen.

Se esperaba que, como el nuevo papa es argentino, ya no vendrían dos millones, sino dos millones y medio de personas, pero estas previsiones ilusorias rápidamente naufragaron, y se habla ahora de menos de la mitad de eso y seguramente más del 90 por ciento será procedente de Brasil.

La visita del Papa tendrá un efecto instantáneo, sólo porque es producto de una campaña publicitaria para proyectar a algún líder conservador en un mundo en que los estadistas del bloque occidental –Obama, Merkel, Hollande, Rajoy y Cameron entre otros– tienen una imagen muy deteriorada. Pero a falta de un discurso atractivo –más allá de las apelaciones demagógicas y vacías sobre la miseria, la paz, la revigorización de la espiritualidad, etc.–, nada más se puede esperar de la visita del Papa, que se irá como vino, sin ninguna capacidad para fortalecer una Iglesia Católica brasileña con autoridades oficiales conservadoras e inexpresivas. La derecha conseguirá esporádicamente proyectar la imagen simpática del papa actual, sin ninguna injerencia en la situación de Brasil y de América Latina.

* Secretario general de Clacso.

Fuente: Página 12, 21.07.13

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¿DE QUE OPCION POR LOS POBRES HABLA EL PAPA?

Entre la caridad y el cambio estructural

Francisco desea “una Iglesia pobre y para los pobres”, pero faltan definiciones para saber si sus propósitos apuntan a una mirada reformista que demande ajustes al sistema o a recuperar la perspectiva liberadora del magisterio episcopal latinoamericano.

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Por Washington Uranga
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Jorge Bergoglio, en su nueva condición de papa Francisco, ha insistido en mandar señales que intentan instalar la imagen de pobreza y austeridad, tanto en lo personal como en lo institucional. Los gestos han sido acompañados de un discurso que subraya el deseo de “una Iglesia pobre y para los pobres”. Y en este mensaje muchos han querido ver la recuperación de la tradición histórica y teológica que la Iglesia Católica en América Latina ha construido y cimentado después del Concilio Vaticano II (1962-65) y como relectura y aplicación a la región de ese acontecimiento de la Iglesia universal. Está claro que, a través del pensamiento que se le conoce en sus escritos, pero también por sus prácticas pastorales, Bergoglio no se sitúa en la radical elección planteada por la Teología de la Liberación latinoamericana, que ha sido la perspectiva teórica fundamental de esa opción. Es así porque los argentinos, en general, incluso sus teólogos populares y más importantes como el ya fallecido Lucio Gera, nunca se sintieron cómodos con un pensamiento teológico de la liberación que reconoció aportes del marxismo. Pero también porque el hoy papa Francisco estuvo siempre enrolado en las corrientes cuya preocupación por lo social se puso de manifiesto mediante la acción caritativa, por una parte, y a través de la mediación política solapada y discreta con el poder, por otra. No por el compromiso directo con la lucha de los movimientos populares.

Pese a lo dicho, la llegada de Francisco al pontificado despertó expectativas incluso en los más reconocidos teólogos latinoamericanos de la liberación, como Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, Ivonne Guevara y Oscar Beozzo, para mencionar tan sólo algunos.

En estos círculos de la Iglesia Católica se advierte que para traducir en hechos y en orientaciones pastorales lo hasta ahora manifestado en sus discursos, el nuevo Papa debería retomar los grandes lineamientos emanados del Concilio Vaticano II –muchos de ellos desechados por Juan Pablo II y Benedicto XVI– y hacer suya la llamada “opción por los pobres” que los obispos latinoamericanos plantearon en Medellín (1968) y en Puebla (1979).

En un texto publicado por la Universidad Católica de Perú, el peruano Gustavo Gutiérrez acaba de señalar que para hacer carne lo que el Papa dijo, “una Iglesia pobre y para los pobres” se necesita “reconocer que el auténtico poder de la Iglesia consiste en servir a los pobres”.

La mirada latinoamericana

¿En qué consiste la originalidad del pensamiento católico latinoamericano de la liberación? Para el brasileño Clodovis Boff (también teólogo y hermano de Leonardo), “la Iglesia de América Latina se caracteriza por ser una ‘Iglesia social’: es una iglesia profética, de los pobres y liberadora” (http://servicioskoinonia.org/relat/203.htm).

La conferencia de los obispos latinoamericanos en Medellín (1968) le dio visibilidad institucional a lo que desde tiempo antes de venía gestando en el trabajo eclesial de base. En el documento final, los obispos afirmaron que “estamos en el umbral de una nueva época histórica de nuestro continente, llena de un anhelo de emancipación total, de liberación de toda servidumbre… Percibimos aquí los preanuncios en la dolorosa gestación de una nueva civilización” (No. 4).

Podría decirse que el Vaticano II había impulsado una mirada “desarrollista” de la sociedad que pretendía reformas del orden capitalista para hacerlo más justo, más equitativo. Denunció las injusticias y pidió cambios. En uno de los documentos conciliares se puede leer: “Jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto poder económico. Y, sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre hambre y miseria y son muchedumbre los que no saben leer ni escribir” (Gaudium et spes, No. 4).

Y lo anterior se completaba con el elogio de la caridad. “La acción caritativa puede y debe llegar hoy a todos los hombres y a todas las necesidades. Donde haya hombres que carecen de comida y bebida, de vestidos, de hogar, de medicinas, de trabajo, de instrucción, de los medios necesarios para llevar una vida verdaderamente humana, que se ven afligidos por las calamidades o por la falta de salud, que sufren en el destierro o en la cárcel, allí debe buscarlos y encontrarlos la caridad cristiana, consolarlos con cuidado diligente y ayudarlos con la prestación de auxilios. Esta obligación se impone, ante todo, a los hombres y a los pueblos que viven en la prosperidad” (Decreto conciliar Apostolicam actuositatem No. 8).

Esta fue, en líneas generales, la propuesta del Concilio. Los latinoamericanos fueron más allá.

En el primer documento de Medellín, los obispos denunciaron la “miseria que margina a grandes grupos humanos” y dijeron que “esa miseria, como hecho colectivo, es una injusticia que clama al cielo” (No. 1). Luego anunciaron que Cristo que vino “a liberar a todos los hombres de todas las esclavitudes” (No. 3); que la “verdadera liberación” envuelve una “profunda conversión”; y afirmaron la “liberación integral” como acción de la “obra divina” (No. 4), asegurando que el amor es “la gran fuerza liberadora de la justicia y la opresión” (No. 5).

Y todavía más. En Medellín también, pero ya en el documento número II, sobre la paz, los obispos hablaron de “dependencia” y sostuvieron entonces que “el subdesarrollo latinoamericano es una injusta situación promotora de tensiones que conspiran contra la paz” (No. 1), equipararon “situación de pecado” con “situación de injusticia” y en otro momento directamente con “violencia institucionalizada” (No. 16). En el mismo texto se afirma que es misión de la Iglesia es favorecer “todos los esfuerzos del pueblo por crear y desarrollar sus propias organizaciones de base” (No. 27).

Cambios estructurales

No hay aquí un planteo reformista, sino claramente el respaldo a cambios estructurales. Allí mismo se piden “transformaciones profundas” (No. 17) y se critica como omisión el pretendido apoliticismo que elude el compromiso por la justicia y se reconoce la legitimidad de la “insurrección revolucionaria”, algo que ya había hecho el papa Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio (1967), “en caso de tiranía evidente y prolongada, que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y damnificase peligrosamente el bien común del país” (PP No. 31). Sin embargo, en sintonía con el papa, los obispos latinoamericanos se inclinaron por la acción pacífica (No. 19). En medio del clima de represión política y de agitación revolucionaria que se vivía entonces en la región, la Iglesia afirmó que “el cristianismo es pacífico… No es simplemente pacifista, porque es capaz de combatir. Pero prefiere la paz a la guerra.” (No. 15).

En 1973, un libro publicado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), Liberación: Diálogos en el Celam, incluyó un artículo de Gustavo Gutiérrez, “Praxis de liberación, teología y evangelización”, en el cual el peruano sostiene que “los últimos años de América Latina se caracterizan por el descubrimiento real y exigente del mundo del otro: el pobre, el marginado, la clase explotada. En un orden social hecho económica, política e ideológicamente por unos pocos y para beneficio de ellos mismos, el ‘otro’ de esta sociedad –las clases populares explotadas, las culturas oprimidas, las razas discriminadas– comienza a hacer oír su propia voz”.

Esa Iglesia latinoamericana acompañaba los aires de cambio de la región. Por ejemplo: es inevitable ver la influencia de Paulo Freire en el documento sobre educación, donde aparece siete veces de distintas maneras la idea de “liberación”. Y en el que se define la “educación liberadora” como aquella que “convierte al educando en sujeto de su propio desarrollo” y se la propone como “el medio clave para liberar a los pueblos de toda servidumbre” (No. 8).

Tampoco faltó entonces la autocrítica. “Llegan también hasta nosotros –afirmaron los obispos– las quejas de que la jerarquía, el clero, los religiosos, son ricos y aliados de los ricos. (…) Los grandes edificios, las casas de párrocos y de religiosos cuando son superiores a las del barrio en que viven; los vehículos propios, a veces lujosos; la manera de vestir heredada de otras épocas (han contribuido a crear esa imagen de una Iglesia jerárquica rica)” (No. 2).

Mientras todo esto sucedía en América Latina, la Iglesia en la Argentina –salvo contadas excepciones como la de los Sacerdotes para el Tercer Mundo– se mantuvo ajena, lejana y hasta desconfiada mirando a las Iglesias del continente. No debería perderse de vista que esos fueron precisamente los años en los que Bergoglio se formó como sacerdote y como teólogo.

Opción por los pobres

A pesar de la reacción conservadora que desató en la Iglesia católica latinoamericana grandes enfrentamientos internos, y de los mártires que arrojó la postura liberacionista en medio del avance de los regímenes de seguridad nacional, en Puebla (1979), ya con Juan Pablo II como papa, los obispos ratificaron el compromiso de Medellín. “Los pobres merecen una atención preferencial, cualquiera que sea la situación moral o personal en que se encuentren. Hechos a imagen y semejanza de Dios, para ser sus hijos, esta imagen está ensombrecida y aun escarnecida. Por eso Dios toma su defensa y los ama. Es así como los pobres son los primeros destinatarios de la misión y su evangelización es por excelencia señal y prueba de la misión de Jesús”, reafirmaron entonces (Puebla No. 1142). Retomaron el decreto conciliar Apostolicam actuositatem para sostener que es necesario “cumplir antes que nada las exigencias de la justicia para no dar como ayuda de caridad lo que ya se debe por razón de justicia; suprimir las causas y no sólo los efectos de los males y organizar los auxilios de tal forma que quienes los reciben se vayan liberando progresivamente de la dependencia externa y se vayan bastando por sí mismos” (AA 8, Puebla 1146). Reafirmaron la necesidad de “una convivencia humana digna y fraterna”, llamaron “a construir una sociedad justa y libre” (No. 1154) y a impulsar “el cambio necesario de las estructuras sociales, políticas y económicas injustas” (No. 1155) porque “la economía de mercado libre, en su expresión más rígida, aún vigente como sistema en nuestro continente y legitimada por ciertas ideologías liberales, ha acrecentado la distancia entre ricos y pobres por anteponer el capital al trabajo, lo económico a lo social” (No. 47).

Este posicionamiento de la Iglesia latinoamericana fue duramente contestado y reprimido desde el Vaticano durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Las siguientes asambleas de los obispos latinoamericanos (Santo Domingo, 1992 y Aparecida, 2007), sin negar expresamente todo el magisterio anterior, se dedicaron mucho más a pensar la Iglesia hacia adentro, los temas clásicos de la “evangelización”, de la pérdida de influencia en la sociedad y el retroceso frente a otras religiones. Los obispos argentinos, poco presentes en Medellín y Puebla, sí tuvieron mucha participación en Santo Domingo y Aparecida. Bergoglio fue el principal redactor del documento que surgió en Brasil en el 2007.

¿Cuál es la visión que rescata hoy Francisco cuando dice que sueña “una Iglesia pobre y para los pobres”? ¿Dónde se ubica? ¿En la mirada reformista del Concilio, reflejada en Santo Domingo y Aparecida –lo cual sería coherente con su historia personal– o más bien en la tradición social liberadora de la Iglesia latinoamericana de Medellín y Puebla? ¿Basta con la austeridad personal del Papa, con los signos y con los discursos? No hay todavía respuestas para estas preguntas, pero hay que seguir aportando elementos para la reflexión mientras los hechos comiencen a hablar por sí mismos.

Fuente: Página 12, 31.03.13

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El nuevo Papa

Francisco, Bergoglio y el mes de marzo

> Roberto Páez González

> 18/03/2013

>>> Desde el aniversario del 18 de Marzo

Hoy hace 51 años que el peronismo triunfaba en las elecciones del 18 de marzo de 1962, con la fórmula Framini-Anglada. En esa época, se festejó con el lema: “Hemos triunfado”. A la vuelta de los años y en un contexto distinto tenemos la necesidad de un gran resultado electoral en las secuencias de este 2013. Habíamos hablado de un marzo a todo trapo -y lo es- incluyendo la sorpresa de la designación de Bergoglio como cabeza de la Iglesia Católica con el nombre de Francisco.

Sorpresa, debe decirse, no para todos, porque los más informados y memoriosos recordaban -o recuerdan- que había sido uno de los cardenales más votados cuando, finalmente, se hubo elegido a Ratzinger, quien se denominó en adelante Benedicto XVI.

Ya muchos destacaron que por ser argentino, Bergoglio se benefició de un aura patriotera -muchos dijeron futbolera- que lo ha equiparado con Maradona o Messi y (¿por qué no?) con Gardel o Perón. Al respecto, no hay duda que la demasía se une a lo desubicado y ciertos propósitos a despropósitos. Pero lo que realmente cuenta radica en la utilización que algunas tendencias políticas tienen la tentación de efectuar de cara a la realidad política nacional.

En todo caso, resulta un tantín anticipado suponer que Francisco se va a dejar utilizar o que su uso será de fácil instalación en nuestro marco ya porque, en su condición de Papa, Argentina está lejos de ser su única preocupación o la principal, ya porque frente a lo que tenemos en juego -que es la continuación y la profundización del proyecto kirchnerista- pueblo, gobierno y militancia tenemos conciencia de la envergadura de las apuestas.

Francisco

La fascinación de un nuevo Papa ya la conocíamos. Otras designaciones tuvieron en el pasado gran impacto en los medios de comunicación masivos, como cuando el ascenso de Karol Wojtyla, por ejemplo.

Pero ahora se trata de un Papa latinoamericano y lo que es más -o por añadidura- argentino (puede agregarse en la serie, “vecino de Buenos Aires”, motivo por el cual quieren alumbrar cada 10 minutos el faro del Edificio Barolo; algunos lo pensaremos así: una bartoleada).

Que si viene por nosotros para llevarse por delante a los gobiernos populares suramericanos, que si va a unificar a la oposición en Argentina… si subestimar a los adversarios lleva al aventurerismo, sobreestimarlos conduce a la pusilanimidad. Aquí, el tema es que nosotros tenemos nuestras propias tareas que llevar adelante.

Pero Francisco entusiasma a algunos y asusta a otros, que no son solo los que le temen por su eventual capacidad para darle cuerda a la oposición en Argentina. Está claro que las ideas que ha sostenido en el campo societal distan muchísimo de la voluntad de cambio y de cambios ya obtenidos en lo que hace a la vida social contemporánea; pensemos si no en los avances como el matrimonio igualitario y en cuanto a reivindicaciones y propensiones de amplios sectores las legislaciones en materia de aborto, la equidad de género, la diversidad sexual, etc.

Es cierto que son materias en las que el ahora Papa había zanjado con herramientas ideológicas del pasado, pero ellas coincidían con las propuestas oficiales de la jerarquía católica.

Francisco ya no desempeña los roles que tuvo Bergoglio, pero a la cabeza de la Iglesia sostiene las mismas ideas. ¿Que podría haber cambios? “Vamos a ver”, como se le atribuye a Santo Tomás. Y “vamos a ver”, como decía un famoso ciego pícaro.

Roma

Esta plaza tiene las dimensiones del mundo, dicen que dijo el nuevo Papa.

Desde esa perspectiva, la Iglesia y el mundo le están proporcionando a Francisco no poco que hacer: los líos de los sacerdotes pedófilos, las trapisondas financieras del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el celibato de los curas, el acceso de las mujeres al sacerdocio, la merma de las vocaciones, los reclamos de un Concilio Vaticano III (sin perjuicio de los que también claman por la aplicación de las orientaciones del Concilio Vaticano II)… indican que le espera bastante trabajo en lo interno; y en el mundo, ya que Francisco eligió su nombre evocando a Francisco de Asis, la pobreza y la tierra, o sea la pobreza y la paz y la ecología, el respeto a la naturaleza. Nada menos.

Muchos son los temas que pueden inscribirse en la defensa de la paz, indudablemente también en la protección del medio ambiente y para colmo ahí mismo, en Italia -en plena Europa, como así también en Grecia, España y Portugal- donde los pueblos sufren las consecuencias de las políticas neoliberales y de las crisis financiera, de deuda soberana y del euro.

Bergoglio

Francisco, Bergoglio -incluso Belarmino- [1] que según muchos son tres personas distintas, pero un solo hombre verdadero, tiene un pasado que lo relaciona con las atrocidades cometidas por la dictadura de 1976 a 1983. No nos corresponde aclarar los hechos. Es algo que les corresponde a los hombres de la Iglesia y a la Justicia. Ahora bien, apenas en el ejercicio de su nuevo papel, su vocero, el padre Lombardi, acusó a una izquierda anticlerical de querer mancillar al Papa. Debemos defender a Página 12, a Horacio Verbitsky y al CELS por el encomiable trabajo que realizaron en estas décadas para esclarecer cuanto fuera posible el pasado luctuoso debido a los años del terrorismo de Estado.

Bergoglio se caracterizó por enfrentar a Néstor Kirchner y a Cristina Fernández de Kirchner en estos años de resurgimiento nacional. Estos hechos no cambian aunque la Presidenta haya hecho una visita al nuevo Papa y se hayan intercambiado regalos, como un ejercicio de amabilidad y cortesía. Puede evolucionar lo que sea.

No cabe aceptar el estigma de anticlericales dado a personas y medios que acompañaron la lucha de las Madres de la Plaza de Mayo y cultivaron excelentes relaciones con sacerdotes conscientes de la situación real de los países suramericanos y de su gente humilde, que sufrieron persecuciones y hasta asesinatos en Latinoamérica -recordemos apenas aquí al obispo Enrique Angelelli, a Monseñor Romero- y que elevaron su voz contra las injusticias, los gobiernos que las impusieron, pese a la pasividad de la jerarquía católica.

Justamente, en estos días, el fallecimiento de Martínez de Hoz les recuerda a mucha gente el contenido reaccionario de la política económica del gobierno militar y por si eso fuera poco acaban de conocerse declaraciones de Rafael Videla instando a sus camaradas de armas a insurgirse contra el poder constituido.

Es lógico pensar que la Iglesia podía más en la protección de sus fieles e incluso de los ciudadanos que resistieron a la dictadura bárbaramente amenazados y cruelmente reprimidos y suprimidos. Y también es completamente fundado requerir esto y más aún a un nuevo Papa que presume de ser argentino.

Zapateros, a sus zapatos

En cuanto a nosotros, no somos guelfi ni ghibellini, sino argentinos y latinoamericanos: libres, unidos, y solidarios; queremos vivir socialmente justos, con nuestros pueblos participando en nuestras democracias y decidiendo nuestra organización económica y social a través de los Estados nacionales y la unión de Nuestra América, la meridional.

Los ciudadanos argentinos no votamos en el Vaticano. Votamos en Argentina por un gobierno que afianza y afianzará la solidaridad de la América Meridional, promoviendo en nuestro país la justicia social, la plena vigencia de los derechos humanos y la democracia participativa.

Tenemos pendiente la Ley de Medios, la Reforma de la Justicia… nuestras propias metas !! Tenemos que ganar ampliamente las elecciones de 2013.

Por eso reafirmamos nuestra soberanía política. No nos guiamos por el referendo de los kelpers, ni por la fumata del Vaticano.

Somos libres y lo demás no importa.

[1] Martín Granovsky, Las historias que no cuenta el padre Lombardi, en Página 12, 17/03/2013, http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-215960-2013-03-17.html

Fuente: http://cristinabuenosaires.wordpress.com/2013/03/18/y-el-mes-de-marzo/

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EE UU afirma

que las mafias italianas ayudan al terrorismo

DEA: España es un «socio sobresaliente» en las investigaciones contra el tráfico de drogas

«La Iglesia Católica debe jugar un papel más prominente y ser más locuaz contra la mafia»

Por Miguel Mora – Roma

Según los cables de Wikileaks, el FBI considera que el dinero de la droga de la ‘Ndrangheta y la Camorra financia a grupos armados en Afganistán y Colombia.- El servicio exterior elaboró en 2008 un plan para ayudar a Italia a luchar contra el crimen organizado

Los diplomáticos de Estados Unidos en Italia consideran que las tres mafias italianas, la Cosa Nostra, la ‘Ndrangheta y la Camorra, son «la mayor amenaza para el crecimiento económico del sur de Italia» y constituyen un peligroso y potente «sindicato del crimen» al que es preciso combatir con «más eficacia», ya que, entre otras actividades, «ayudan a grupos terroristas en Colombia y Afganistán a través del tráfico de drogas, impiden el desarrollo del sur de Italia, distorsionan los mercados, violan los derechos de artistas y compañías estadounidenses, sustentan al crimen organizado en Estados Unidos, y suponen riesgos potenciales para la salud de los miles de militares y funcionarios estadounidenses que residen en el sur de Italia». 

Según revelan los papeles secretos del Departamento de Estado filtrados a Wikileaks que ha podido examinar EL PAÍS, los diplomáticos de Washington destinados en Italia elaboraron en junio de 2008 un plan, compuesto por 12 medidas concretas, con el objetivo de que Estados Unidos se implique más a fondo en la lucha contra las mafias. 

La propuesta, firmada por el ex cónsul general en Nápoles, J. Patrick Truhn, y aprobada por las legaciones en Roma y el Vaticano, era la conclusión de un largo y demoledor informe sobre el triángulo criminal formado por la Cosa Nostra siciliana, la Camorra de Campania y la ‘Ndragheta calabresa. 

El diplomático escribía: «Debemos trabajar para convencer al nuevo Gobierno italiano de que el crimen organizado es una seria prioridad del Gobierno de EE UU, y de que los terribles costes económicos del crimen organizado son un argumento convincente para una acción inmediata». El análisis, dividido en tres partes, fue enviado a la Secretaría de Estado, la CIA, el FBI, la DEA y otros 18 organismos oficiales de EE UU en junio de 2008. 

Siete razones 

El documento 157192 daba una lista de siete razones por las que «el Gobierno de Estados Unidos puede y debe implicarse más» en la lucha antimafia. 

-El tráfico de drogas de las mafias italianas envía dinero a narcotraficantes (y por tanto, de forma indirecta a grupos terroristas) en Colombia y Afganistán, lo que afecta a la seguridad nacional estadounidense. 

-Un informe de inteligencia del FBI reveló en 2005 que «la interacción criminal entre el crimen organizado italiano y los grupos extremistas islámicos facilita a potenciales terroristas el acceso a apoyo económico y logístico de organizaciones criminales con rutas de contrabando establecidas y una fuerte presencia en Estados Unidos». En una declaración pública de 2004, el fiscal antimafia italiano, Pierluigi Vigna, señaló la conexión entre grupos de militantes islámicos y la Camorra, afirmando que había pruebas de implicaban a la Camorra en un intercambio de drogas por armas con grupos terroristas islámicos. 

-Las mercancías falsas y la piratería de productos hechos en Estados Unidos (sobre todo películas, música y software) perjudican directamente los intereses estadounidenses. 

-Los lazos entre las mafias italianas y estadounidenses refuerzan mutuamente a estos grupos. Los nexos entre la mafia siciliana Cosa Nostra y la mafia de EE UU se retrotraen a cerca de un siglo, pero la Camorra y la ‘Ndrangheta también tienen afiliados en Estados Unidos, según el FBI. 

-Los ciudadanos estadounidenses residentes (incluyendo a miles de miembros de la Marina de Estados Unidos y sus familias en Campania y Sicilia) y turistas se ven afectados por el crimen callejero, y potencialmente por la crisis de la basura en Campania (que se debe en gran parte al crimen organizado) y las descargas de residuos tóxicos en la región. 

-Empresas de Estados Unidos que querrían invertir en el sur de Italia se niegan a hacerlo porque les preocupa el crimen organizado. 

-El crimen organizado debilita a un aliado importante política, económica y socialmente. 

El mismo documento recomendaba a Washington que dedique «más recursos e intercambios de inteligencia para luchar contra la Camorra y la ‘Ndrangheta» y «para que las autoridades italianas cooperen más estrechamente con sus pares en Colombia, Albania, Turquía, Nigeria y otros lugares». 

Y proponía doce «tácticas» concretas a adoptar con efecto inmediato: 

-Admitir públicamente la magnitud del problema del crimen organizado en Italia y el apoyo del Gobierno de Estados Unidos a los esfuerzos italianos por combatirla. 

-Comprometer más recursos para la cooperación judicial con Italia. 

-Favorecer una cooperación más estrecha entre los funcionarios judiciales italianos y sus contrapartes en países clave. 

-Expresar al Gobierno italiano la idea de que tiene demasiados pocos magistrados antimafia en Calabria, hogar de la organización criminal más potente del país. 

-Presionar al Gobierno italiano para que acabe con la corrupción en sus puertos. 

-Cooperar más estrechamente con el Banco Central Italiano y presionar a otros países (por ejemplo Suiza, Liechtenstein, Mónaco) para que cooperen más en la ruptura del circuito de lavado de dinero. 

-Trabajar con el Gobierno italiano para mejorar un sistema judicial estropeado. Si se quiere acabar con el crimen organizado, las sentencias deben ser más duras, las apelaciones limitadas, y el proceso judicial más eficiente. No puede ser que presos convictos acaben liberados porque los jueces fracasen al hacer el papeleo. 

-Compartir la experiencia de las instituciones penitenciarias del Gobierno de EE UU en construcción, gestión y privatización. Uno de los problemas mayores de Italia es la falta de prisiones, lo que significa que muchos acusados no son encarcelados jamás y muchos condenados son liberados mucho antes de cumplir sus penas. 

-Dar más apoyo visible a los esfuerzos de las asociaciones ciudadanas que luchan contra el crimen organizado (por ejemplo los grupos que en Sicilia lideran la rebelión pública contra la extorsión). 

-Ayudar a ampliar el conocimiento del público sobre los efectos deletéreos de las organizaciones criminales, y sobre cómo hemos tratado el problema en EE UU. 

-Lograr la asistencia de la Iglesia Católica Romana para que sea más expresiva contra el crimen organizado. 

-Animar al Gobierno italiano y a la Unión Europea para que inviertan en infraestructuras, particularmente en mejoras de la seguridad pública, en el sur de Italia, y al mismo tiempo para mejorar el seguimiento de cómo se gasta el dinero. 

«Ineficiencia de las autoridades españolas» 

En ese punto, el documento revela que al menos dos fiscales italianos se habían quejado a los enviados estadounidenses «de la ineficacia de las autoridades españolas en la lucha contra el tráfico de drogas entre los grupos criminales españoles e italianos». Tras comentar que la DEA considera a España un socio sobresaliente en las investigaciones contra el tráfico de drogas, el cónsul concluía: «El problema debe ser la pobre cooperación, más que una falta de dedicación o competencia por alguna de las partes». 

Otra sugerencia del documento es la de «trabajar estrechamente con el Banco Central Italiano y la Policía Fiscal», compartiendo «inteligencia e información para identificar a las empresas del crimen organizado y asegurarse de que sean congeladas o confiscadas». 

El cable pedía además a Washington la incorporación de las tres mafias italianas a la lista principal de la OFAC, la Oficina para el Control de Negocios de Drogas en el Exterior que elabora el Ministerio del Tesoro. La OFAC había incluido ya a la ‘Ndrangheta en su lista Tier One, que abre la puerta a sancionar a las empresas que trabajan con la organización y a sus tapaderas que lavaban dinero, pero el documento expresa la conveniencia de incluir también a la Camorra y Cosa Nostra. 

Fuente:  El País, 20.01.11 

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